Lengua: Castellano
ISBN: 978847506853
Año de edición: 2008
Encuadernación: rústica con solapas
Nº de páginas: 328Plaza edición: Madrid
Traducción: Eugenia Vázquez Nacarino
Ediciones Turner S.L.
Pensad por un momento...¿a qué podía dedicarse un hombre deforme hasta la monstruosidad, con una mano inservible, con las piernas atrofiadas, con un habla balbuceante, cojeando por las calles del Londres victoriano?
En gran parte gracias a David Lynch, ha llegado hasta nosotros una imagen de Joseph Carey Merrick mediatizada por el tratamiento paternalista del doctor Frederick Treves, un santo varón que sacó a Merrick del infierno de las calles y las paradas de monstruos. Y parece ser que eso no fue del todo cierto o, al menos, no se ajusta escrupulosamente a los hechos.
Merrick sufrió la muerte de su madre, de un hermano, la enfermedad de una hermana y el desprecio de un padre. Sufrió una deformidad absolutamente increíble. Sufrió el acoso del paseante londinense...y sólo hayó refugio entre las paredes de los espectáculos de fenómenos.
Precisamente, sería un director de espectáculos de este tipo el que, de forma absolutamente involuntaria, acabó llevando a Merrick al hospital londinense donde trabajaba el doctor Treves. Allí disfrutó de algo que hasta entonces no pudo siquiera imaginar: intimidad. Y, sin abandonar jamás su condición de monstruo, disfrutó de una vida plácida entre conocidos de postín y libros.
Lector voraz de Jane Austen y de literatura romántica, Joseph soñaba con una casa confortable, con una vida elegante, con caminar entre sus semejantes y que estos lo mirasen como a un ser privilegiado por sus hechuras y sus maneras... aunque jamás se engañó a si mismo. Así se describía en uno de los folletos que presentaban un espectáculo en el que se exhibió por un tiempo:
" Mi cabeza mide ochenta y ocho centímetros de circunferencia y tengo una amplia masa carnosa en la parte de atrás, grande como un tazón. La otra parte parece, digamos, valles y montañas, todos amontonados, mientras que mi cara tiene un aspecto que nadie quisiera describir . Mi mano derecha posee casi el tamaño y la forma de una pata de elefante. El otro brazo y mano no son mayores que los de un niño de diez años, y están algo deformados ..."
Joseph Merrick jamás dudó, con todo, de su humanidad. Merrick era un hombre completo antes de conocer al doctor Treves, por mucho que se nos escapara una lagrimita con la película de Lynch. El hombre elefante nunca fue un desecho patético...y este libro lo devuelve a su estadio de humanidad.
No os lo podéis perder. Es el libro más emocionante que he leído en mucho tiempo. Toronto: tírate a La Central.
4 comentarios:
Emocionada estoy...
Me voy corriendo a la fnac que a mi este tipo de literatura me vuelve loca!!.
Sabía, también por usted, que había salido, pero dudaba si estaría bien. Entonces, viniendo de usted misma la recomendación... a La Central que me tiro mañana mismo! Y, repito, es recomendación suya, así que luego no me venga con lo del triste, eh! Moltes gràcies!
Abutrí, que lo disfrute usted también! Ya haremos un minicorrillo en la sartén para comentarlo... allí los tres en un rincón...lloraando!
Ala, me voy a poner la peli, muy alegre también! Lynch forever!
¿Qué hubiera hecho Merrick en la época de las operaciones estéticas? Es decir, ahora.
Nada, pobre...eso si, hubiese hecho un carrerón televisivo, el circo de fenómenos moderno.
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