Translate

viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidades en Maelstrom: capítulo VI


CAPÍTULO VI: FELIZ NAVIDAD A TODOS

La Condesa salió de su mullido sueño con el roce de un coro de zapatillas que trotaban escaleras abajo, discreta pero estruendosamente. Nadie quería esperar a que la casa amaneciera, a una hora educada. Aún en bata y con sonrientes caras dormidas, la camarilla fue apareciendo por el salón.

Por lo visto, durante la noche, el ya de por si frondoso árbol de Navidad de la mansión había criado una buena cantidad de alegres paquetes profusamente adornados. Los había rojos, dorados y verdes, grandes y pequeños, de todas las formas…y todos lanzaron sus bracitos anhelantes hacia aquellos jovenzuelos adormilados que habrían de ser sus destinatarios.

La aparición bostezante del Conde funcionó como una señal para que todo el mundo se lanzase a por sus correspondientes regalos.

Exclamaciones y risas se unieron al sonido de rasgar, abrir o romper que se adueñó de la habitación mientras aparecian relucientes piezas de ropa, flamantes libros, delicados objetos de escritorio, novedosas partituras, hipnóticos adornos…

La ilusión del por venir se adueñó del salón… a pesar de tener que ir cediendo, poco a poco, parte de su espacio al maravilloso olor que el desayuno fue extendiendo por la casa.

- Vamos, vamos. Desayunemos o no tendremos fuerzas para estrenar todo esto…

Todo era hermoso y cálido bañado por la escarchada luz de la mañana del día de Navidad. Y la Condesa no pudo más que mirar a su alrededor con toda la calidez del mundo en su pecho, dar las gracias por todo lo bueno que tenía y brindar con todo su corazón:

-¡Que Dios nos bendiga a todos!





FIN




jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidades en Maelstrom: Capítulo V


Capítulo V: Compras

La víspera del día de Navidad amaneció cubierto por la nieve.


El humeante bufé del desayuno enteló las ventanas del comedor de invierno y sonrosó las narices de los asistentes que, ilusionados como si jamás hubiesen visto nevar, ya planeaban todo tipo de entretenimientos de exterior.


El Conde mandó enjaezar el trineo que en tan pocas ocasiones podía lucir, colocó las campanillas que les había traído lady Martha de uno de sus habituales viajes a Finlandia y se llevó de paseo a todo aquel que no quiso parecer un tentetieso lanudo optando por caminar hasta el pueblo.


La pequeña villa de C… hervía de actividad. Los escaparates de las tiendas presentaban su mejor y más reluciente aspecto, repletos y orgullosos de sus extraordinarios productos, escogidos para la ocasión. Brillantes teteras de cobre, mullidos mitones de cálidas lanas, paquetes de papel de colores atados con cintas, campanillas sonando en cada puerta, saludos sonrientes…


La camarilla repasó con esmero cada uno de los establecimientos del lugar para alegría y soniquete de las relucientes cajas registradoras. La librería del señor Cavendish, junto al establecimiento de la señorita Matty, fueron sin duda las tiendas mejor revisadas.


- ¡The Pickwick Papers al fin en un solo volúmen!


- ¡Qué ganas tengo de que alguien recuerde su pasado a la par que se merienda una magdalena e invente el flujo de conciencia!


- Mi querida lady Robinson ¡qué cosas se le ocurren! No se amohíne y pruebe este té verde maravilloso…¡hay que ver lo que me ha costado convencer a miss Matty de que no perjudicará mi salud en absoluto!


Tras un regreso bamboleante a la Mansión, las horas resbalaron entre el sonido de los libros al abrirse por primera vez, las notas navideñas del piano y el crepitar del fuego.


- Apártese de la chimenea, querida. Puede quemarse el vestido por detrás y habría que pintárselo al óleo para que no se notase…


Faltaban apenas unas horas para la Navidad.








Paréntesis en Maelstrom: Feliz navidad!!

Gracias a todos.

Sois un motivo para celebrar. Sois mi Navidad todo el año.

¡¡¡FELICES FIESTAS!!!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Navidades en Maelstrom: capítulo IV

CAPÍTULO IV: ECTOPLASMAS.

La cena en casa de Lady Snow elevó considerablemente tanto el nivel de conversación - ¿Byron o Shelley? ¿Heatcliff o Rochester? ¿Drácula o Dorian Gray? – como el etílico, así que la mañana del domingo llegó más culta y considerablemente espesa.

Con todo, nada de esto interfirió en el flujo interminable de comentarios jocosos que envolvió a la camarilla de vuelta a la Mansión Maelstrom donde, cansado y feliz, el día transcurrió entre juegos de cartas, labores y lecturas.

Estando en la biblioteca, al amor del fuego, la Condesa Samedí sorprendió a sus invitados justo antes de subir a vestirse para la cena:

- Queridos, esta noche serán testigos de un hecho milagroso: Madame Romanoff, la famosa médium, se unirá a nosotros y nos concederá el honor de una demostración.

-¿Cómo? ¿Madamme Romanoff y sus difuntos parlanchines? ¡Condesa eso es extraordinario! ¿Y qué se pone uno para semejante evento? ¿Crespones negros?
Alborotados por el anuncio, todo el mundo acudió a sus aposentos con ese ánimo ligero que provoca la posibilidad de la magia.
Y, del mismo modo, la cena transcurrió con la ligereza impaciente de los niños ante los regalos.
Finalmente, los Condes condujeron a sus invitados de nuevo hasta la biblioteca.




La sala permanecía en penumbra. A la luz de la generosa chimenea distinguieron una mesa redonda profusamente envuelta en paños. La Condesa encendió unas velas que revelaron una figura sentada en uno de los butacones del Conde.

- Passsen, porrrrrrr favorrrrrrrrrr –habló la figura.

- Madame Romanoff, permítame que le presente… - empezó a decir la Condesa.

- ¡NO! – bramó la profunda voz de la médium. O lo que todos consideraron la voz de la médium a pesar de no poder ubicarla con exactitud.- No dessseo saberrr quién nosss acompaña hoy.
Tomen asiento, porrr favorrr. Y perrrmanezcan en sssilencio.

Un tanto amedrentados, aunque profundamente dichosos con tanta intriga, la camarilla se repartió en torno a la mesa, entre codazos y empujones, luchando por hacerse con una de las dos privilegiadas sillas situadas junto a la adjudicada, por recargada y gótica – a la Condesa no se le pasa un detalle – a la sensitiva vidente. El único que permaneció impertérritamente de pié y al margen del susurrante grupo fue el Conde que, armado con una linterna sorda y un bastón de paseo bien resistente, montó guardia tras la invitada, una vez instalada silenciosamente en su misteriosos trono, dispuesto a que ningún ente poco propicio se les colase en la biblioteca. Y eso incluía falsos videntes mandones y otros charlatanes de feria.




Poco a poco se hizo un silencio tenso de ojos abiertos y risitas nerviosas que se fueron apagando conforme la lenta y profunda respiración de la vidente se iba apoderando de la sala. La médium continuó de esta guisa durante un espacio de tiempo indeterminado, que a todos les pareció interesantísimo y misteriosísimo, hasta que un murmullo surgió desde lo más profundo de su corpiño. El murmullo fue creciendo hasta convertirse en un lamento y éste en un aullido bajo que acabó explotando en la garganta de la Romanoff mientras ésta echaba la cabeza hacia atrás, se le soltaba el moño y abría la boca de par en par.

En estas, su silla comenzó a elevarse del suelo ante la atónita mirada del Conde ( que creía conocer cada rincón de su biblioteca ) y los gorjeos expectantes de su esposa e invitados, hasta que, de golpe, cayó de nuevo a su posición natural, devolviendo a la médium a lo que pareció un estado normal…hasta que abrió la boca y saludó a la concurrencia con una voz que no era la suya.

- Buenas noches a todos. Mi nombre es Jane Austen. Espero no molestarles.

- ¡Ay, qué bien, señorita Austen! Bienvenida. Justo allí enfrente, al lado de la puerta, están todas sus obras.

- Entonces, estimada Condesa ¿cómo no ha escogido una de ellas como protagonista de su Salón literario?

- Mi querida señorita Austen, usted está por encima de todo eso…

- Bueno, yo aún puedo entenderlo. Pero aquí detrás espera el Señor Dickens y él tiene un genio considerable…

Una voz masculina surgió entonces del cuerpo de la médium:

- ¡Leer a Wilkie Collins y no leerme a mí!

- ¿Señor Dickens? Es que al señor Collins necesita una ayudita… no como usted, que llega hasta el corazón de los lectores como nadie más podría hacerlo. No hay salón lo suficientemente insigne para usted…¡usted habita en nosotros!

Las razones de la camarilla no parecieron calmar los ánimos del Inimitable, que acabó provocando un ataque de tos y un brusco despertar en la médium que, encolerizada por la banalidad de las entidades invocadas y de las conversaciones subsiguientes, se echó la capa sobre los hombros y salió furiosa por la puerta del jardín sin decir siquiera adiós.

Todos durmieron encantados con la experiencia. Todos menos el Conde, que pasó la noche intentando encontrar el truco de la silla voladora.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Navidades en Maelstrom: Capítulo III



CAPÍTULO III. TOMANDO LAS AGUAS

A la mañana siguiente, la Condesa y sus invitados acudieron a las muy reputadas instalaciones del Balneario de B… donde un escandaloso corrillo les recibió.

- ¿Pero qué pasa? ¿Qué es este tumulto? ¿Alguien de la realeza? ¡Viva Su Majestad la Reina!

Aunque el ímpetu del Vizconde fuese desencaminado, sirvió para que lo sacaran de su error y saciasen la curiosidad de la camarilla.

- No, hombre, no. No es la Reina…

- ¿Ni siquiera el Príncipe?

Se traba de la Baronesa de la Rosa, habitualmente escondida tras el misterioso y exótico alias literario de Mariko. Sus escandalosos relatos tenían a todo el país dividido entre los que reconocían leer abiertamente sus obras y aquellos que lo ocultaban con mayor o menor éxito.

- Bueno, bueno. Escandalosa… - apuntó Madame d’Abutrí.

- ¡Para usted nada es escandaloso, querida! – Gorjeó, encantado el Vizconde.- ¡Señoras, vayamos a saludarla! ¡Qué vestido tan precioso!

- Bueno, bueno. Precioso tampoco. – Sir Julian ya estaba necesitando fumar su pipa. Suerte de su inseparable Anthony y de su infinita capacidad para lidiar con las excentricidades de Bell.

Las aguas de B… eran conocidas por sus milagrosos resultados en el tratamiento de enfermedades reumáticas y, curiosamente, de las histerias.

- ¡Qué lástima! ¡Qué cara de enfermito tiene todo el mundo! ¡Menos aquella dama, que lo que tiene es cara de loca! ¡Oh, qué guapo aquel joven, tan pálido!

Tras una serie de copas de aguas sulfurosas y un infructuoso intento por parte de Lady Powerful de tasar la propiedad, pasaron al comedor. A pesar de su sobredecorada apariencia, el establecimiento ofrecía tan sólo viandas de reconocido valor alimenticio y escaso condimento. Por suerte, el Salón de Té de la señorita Mary estaba justo al otro lado de la plaza. Huidos como posesos y duramente criticados por Lady Robinson, ferviente seguidora de las más modernas teorías sobre frugalidad y salud, se instalaron cómodamente en sus delicadas butacas tapizadas.






En el salón, coincidieron y compartieron el té, los sándwiches, las galletas y los pasteles con Lady Emily, Lady Tanakil (muy ocupada ahora con su casa de acogida para gatos y su Salón literario ) y la hija de Lady Audrey y por ellas supieron también que otra de sus conocidas, la señora Luciana, se encontraba atendiendo sus intereses al otro lado del globo.

A su salida, considerablemente más satisfechos y sonrosados, prácticamente arrollaron una aristocrática figura.

- ¡Condesa Samedí! ¡La hacía en Maelstrom!

- ¡Mi querida Lady Snow! No sabía que se encontrase en B…Por favor, cene esta noche con nosotros.

-¡De ninguna manera! ¡Ustedes serán mis invitados! Y no acepto una negativa.

- Por supuesto, por supuesto… y dígame, querida, ¿ha leído algo interesante últimamente?

viernes, 18 de diciembre de 2009

Navidades en Maelstrom: Capítulo II




CAPÍTULO II: EN EL TEATRO


Varios tipos de paté, sopa, langostas dulces, pierna de cordero rellena de ostras y cebolla confitada, espárragos, buey estofado, cangrejo aliñado acompañado de huevos, pudin de alondra y pudin de manzana, todo regado con champán seco, oporto y café sucesivamente.
Tras una cena sencilla, las damas y los caballeros pasaron a la biblioteca donde las anécdotas fueron y vinieron entre carcajadas, libros y alguna pieza alegre interpretada al piano por Sir Julian.

El Conde hizo un amago de retirarse temprano con la excusa de ir a cazar a la mañana siguiente que acabó en nada cuando su esposa comunicó risueñamente que al día siguiente partirían hacia la vecina ciudad d B…, donde podrían disfrutar durante un par de días tanto de las propiedades de sus aguas como de su animada vida cultural y social.

- Pero querida…- se quejó Sir Julian llevándose las manos a sus maltrechos riñones – si acabamos de llegar. Yo estoy completamente desencajado…

- ¡Vamos, vamos, gruñón!¡ Que lleva la tarde en la chaise longue!¡Ya sabemos que lo que le molesta es no poder fumar durante el trayecto! ¡Con lo que le gusta a usted B… y sus muchas distracciones! ¡La de gente que hay! ¡La de cosas que pasan!

- Que tendrá el cuerpo muy mal, pero una gran vida social – apuntilló la Marquesa d’Inef.

Pronto, todos quedaron contagiados de la alegría del Vizconde de Curie. Tanto, que hasta el Conde acabó postergando su partida de caza y uniéndose a la visita a B… , abriendo a sus invitados las puertas de su casa allí.




Varias notas les esperaban en la bandeja de las tarjetas: Lady Roberta se excusaba por no poder abandonar sus quehaceres en la ciudad y Lady Christinne les comunicaba que esperaba la visita de sus padres, por lo que sentía mucho no poder reunirse con ellos. La decepción de Sir Edward ante la ausencia de Lady Roberta ( propietaria de una de las mayores librerías de L… ) pasó pronto ante la perspectiva de acudir, aquella misma noche, al teatro.

El Gran Teatro de B… era más un deslumbrante marco para los acaudalados visitantes del balneario que un auténtico hogar para las artes. Los únicos requisitos para que una compañía pudiese presentar allí sus producciones consistían en dorado, dorado y más dorado con el que rodear toda una serie de actores y actrices reconocidos internacionalmente, única y exclusivamente, por su belleza. Aún así y aunque el texto no fuese más que una escusa para el lucimiento a ambos lados del telón, el edificio se había construído siguiendo las más recientes contribuciones a los campos de la representación. El propio Conde, mucho más aficionado a las características técnicas de las bambalinas que a cuanto aconteciese tras o ante ellas, había patrocinado y supervisado personalmente el muy moderno y sorprendente diseño acústico del teatro. El Conde se sentía muy orgulloso de sus características y sus resultados, tal y como pudieron comprobar durante toda la velada sus muy educados – y poco interesados- invitados. Afortunadamente, el maravilloso esfuerzo del Conde conseguía hacer llegar cuanto ocurría en escena con claridad meridiana a todos los rincones del teatro de la misma manera que conseguía acallar los comentarios y las chanzas surgidas de los palcos más irreverentes… como el del propio Conde.

La camarilla disfrutó de la selección de fragmentos de óperas famosas que tubo a bien representarse aquella noche ante sus ojos y a pesar de sus oídos.

- Mi querido Conde – resumió tan acertadamente como siempre Lady Robinson – ya me perdonareis si os digo que no debísteis tomaros tantas molestias.

Y “La Reina de la Noche”, entonada más que desacertadamente por Madame d’ Abutrí y el Vizconde Raoul, los acompañó escandalosamente por entre la nieve, las luces y los felices visitantes que cubrían las aceras de la bella ciudad de B…

jueves, 17 de diciembre de 2009

Navidades en Maelstrom: Capítulo I



CAPÍTULO I: BIENVENIDOS

Las semanas anteriores a la llegada de los invitados fueron frenéticas. Mientras el servicio acondicionaba la casa y lo preparaba todo para que ni faltase ni sobrase de nada, el Conde permaneció en su club de la ciudad incapaz de soportar la vorágine que se desarrollaba alrededor que su querida esposa. No apareció por la mansión hasta la noche del miércoles previo a la llegada de las visitas. Huraño, si, pero todo un caballero.

Los invitados fueron llegando a lo largo del día señalado.

A primera hora de la mañana apareció Sir Edward. El otrora bibliotecario real, estaba dando los últimos retoques al alquiler de su casa de S… y supervisando la correcta adaptación de su sustituto en el puesto que justo acababa de dejar vacante con la intención de unirse a una expedición de la National Geographic Society a las fuentes del Nilo.

- Querida condesa, no quiero perderme el mundo que crece a mi alrededor. Si lo dejo para otro momento se me hará tarde… Tantos libros, tanto polvo, tanto aislamiento y silencio – por no hablar de los caprichos de la familia real. Que hay que ver lo poco que leen y lo mucho que incordian…ya me entendéis, no quiero parecer un ingrato- … ¡las maravillas sobre las que tan sólo he leído se extienden ahora ante mí! Mi querido Conde, debemos tener una seria conversación sobre fauna y armas…¿Ha estado usted en Abisinia?

Mientras el Conde acompañaba a Sir Edward a sus habituales aposentos ( sir Edward tenía una preciosa suite asignada para sus preciadas visitas, con salida directa al jardín y toda la luz que podía ofrecerle el clima del sur de G…) la Condesa salió a recibir a sus siguientes invitados.

El traqueteo del magnífico carruaje de Lady Powerfull sobre la gravilla de la entrada no pudo ocultar la risueña cháchara que surgía de su interior gracias a la inconfundible sonoridad de la presencia del Vizconde Raoul de Curie.

Con todo, la primera en aparecer fue la majestuosa y siempre juvenil Lady Powerfull, orlada por su legendaria cabellera leonina y ataviada con su habitual elegancia. Heredera de una cuantiosa fortuna sostenida por los encajes de Flandes, optó por cambiar los paños por la construcción y el desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas al urbanismo, la vivienda y el transporte. Por supuesto, ningún hombre tuvo cabida en su plan de crecimiento el tiempo suficiente como para acabar convirtiéndose en su esposo, hecho por el que permanecía soltera.

Las damas se besaron e intercambiaron sinceros elogios mientras Sir Julian Bell, Baronet, descendía ofendido del carruaje con la ayuda de su fiel amigo Anthony Ritz, propietario de una serie de hoteles que le hacían vivir con la mayor comodidad fuera de ellos:

- ¡Qué manía tiene esta mujer con no dejarnos fumar en el carruaje! Condesa, dadme un beso y decidme dónde puedo fumarme una pipa tranquilo…

- Bueno, ya sabéis que el Conde tampoco es muy amigo del tabaco… pero Sebastian os acompañará a mi salita, donde podréis instalaros cómodamente.

- Gracias, querida – la abrazó Anthony – ya sabes cómo es…¿somos los primeros?

Cualquier intento de comunicación se hizo imposible en cuanto hizo acto de presencia el último ocupante del vehículo. Raoul de Curie, el eminente filántropo, esperanza de los pobres , los enfermos y los marginados, apareció envuelto por su chispeante conversación.

- ¡Querida! ¡Querida! ¡Gracias por invitarnos! ¡La Mansión está preciosa en esta época del año!¿Y usted? ¡Qué colores! ¡Qué vestido! ¿Y dónde está ese marido suyo? ¿Ya se escondió en su gabinete?

La Condesa sonrió para sí mientras, del brazo del expresivo de Curie, entraba en la casa y ayudaba a todo el mundo a sentirse cómodo, ofreciéndoles un refrigerio, llevándolos hasta sus habitaciones y citándoles para el almuerzo. Era feliz teniendo a sus amigos bajo su techo.

Las siguientes en aparecer fueron Lady Robinson y la Marquesa d’Inef. Contrariamente a sus costumbres, ninguna de ellas llegó a pié, hecho que se debió sin duda a que Madame d’Abutrí , hermana de la primera, aceptase finalmente la invitación y se encargarse de recoger a damas tan modernas.

Lady Robinson era una editora de escandaloso éxito en el país, centro de toda actividad intelectual que se desarrollase dentro de un diámetro considerable alrededor de la ciudad de L… Sus comentarios marcaban tendencia y sus críticas han desembocado – según se cuenta – en más de un intento de suicidio ( fracasados todos, sin duda, debido al talante poco decidido de los artistas ). Su hermana, Madame d’Abutrí, se había casado con un noble francés y se había instalado al otro lado del Canal, donde dilapidaba alegremente su fortuna con la bohemia del lugar, escritorzuelos, músicos y demás gente de mal vivir, bajo la sonriente mirada de su esposo, tan rico – a su vez- como permisivo.

Por su parte, la Marquesa d’Inef, había heredado de su madre un físico y una energía imponentes, un hermano desagradecido y cuatro internados, dos para señoritas y dos para caballeros. Su pasión por las Humanidades y las lenguas la convirtieron en una suerte de reformista de la educación que, sin embargo, transitaba con elegancia entre su compromiso para con sus pupilos y lo más granado del todo L…

Y allí estaban, bromeando sin parar las unas con las otras de un modo totalmente escandaloso e intimo.

- Mi querida Victoria – pues tal era en nombre de Madame d’Abutrí - ¿cómo no vino su esposo?

- A última hora surgió un problema en las bodegas…¡y ya sabe cómo se preocupa él por la calidad de sus espirituosos! ¿Y el Conde? ¿Tendremos ocasión de saludarle o ya se escabulló al pabellón de caza?

- Creo que está con sir Edward. Pero no tardará en escabullirse…

Con la mención de sir Edward, la conversación elevó y aceleró su tono de nuevo y, arropada por la cálida presencia de tantas palabras, la Condesa acompañó a sus últimas invitadas al interior.

Iba a ser una gran Navidad en la Mansión Maelström.






miércoles, 16 de diciembre de 2009

Navidad en Maelstrom. Introducción.

Este año no hay calendario de adviento.
Pero no os quedareis sin regalo navideño.
Os ofrezco un relato por entregas. Disfrutadlo con indulgencia.



NAVIDAD EN MAELSTROM
por Una Dama.





INTRODUCCIÓN



- Cariño – anunció la Condesa dejando a un lado su labor – he invitado a unos amigos a pasar las Navidades con nosotros.
- Bien – el Conde continuó enfrascado en la limpieza de su escopeta preferida.
- Los de siempre, la camarilla.
- Bien.
- Llegarán el jueves.
-Ummm… Bien. El viernes saldré a cazar.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Lo quiero, lo necesito, tengo que tenerlo...






Ayer di por concluída mi convalescencia y me eché a las iluminadas y congestionadas calles de Barcelona y, por supuesto, acabé visitando alguna librería...
Los Reyes Magos tendrán que cargar con este mamotreto holmesiano que edita, con impecable gusto, Akal.
por 60 € de nada te llevas las cuatro novelas de Sherlock Holmes publicadas entre 1887 y 1915, -" Estudio en escarlata", "El signo de los cuatro", "El sabueso de los Baskerville" y "El valle del miedo"- profusamente anotadas e ilustradas.


Necesitaré un atril y dos meses de vacaciones.


jueves, 10 de diciembre de 2009

Gripes y letras



Por supuesto, queridos amigos, he cogido la gripe.
A, B o C, tengo el cuerpo muy mal y nada de vida social.
Pero prefiero ver el vaso medio lleno: por suerte, vuestra generosidad cumpleañera ha supuesto un gran consuelo. Me preparásteis bien. libros, películas...detalles que hacen la vida más agradable y sientan divinamente en las convalecencias.



Yo misma me regalé a Dickens por partida doble. La taza, obsequio de Eva, Natàlia y Marta ha estado permanentmente llena de té de Navidad.



Los detalles de estas tres haditas buenas suelen ser así de lindos...






Claro que Julián, Clouseau, Toronto, Belén, Insonrible,Raúl o C y Q tampoco se quedaron atrás...
Obras originales, maravillosas pastitas de té, películas, bolsas donde meterlo todo y libros, muchos libros.


Queridos: sois mejor que el paracetamol.


viernes, 4 de diciembre de 2009

La muerte de Bunny Munro.

Catalanes y británicos se muestran "modositos" ( que diría Crispín Klander ) a la hora de editar la última novela de Nick Cave. "L'Origin du Monde" de Courvet, se transforma en el Viginia's Secret du Monde. Tiempos Modernos.



Bunny Munro es un tipo repugnante.
Fumador extremo, borracho egocéntrico y disminuido emocional, su vida entera gira en torno a sus propios órganos genitales, tan terrenos, y a los órganos imaginados de sus húmedas musas.
Los sueños de Bunny Munro son viscosos y más allá de su centro de lubricidad permanente no hay nada. El mundo alrededor se reduce a hoteluchos, botellas y vaginas. Su mujer se reduce a un fantasma. Su hijo se reduce a una sombra.
Con él formará una quijotesca broma pesada sobre la paternidad, protagonizando un recorrido descendente y disolvente por su ya deshilachada vida, en un espiral de decadencia sobreadjetivada, con un destino evidente desde la primera aproximación al título.
Mal hijo, mal padre, mal esposo, mal compañero, mal vividor, Munro no tiene más remedio que recorrer sus propios círculos infernales y acabar con tanta miseria como genera más allá incluso de la contención física del papel, antes de que también el lector se vea contaminado por el miasma desgraciado de su protagonista.
Pero ¿hace un personaje desagradable un mal personaje? La sucesión continua de hechos enfermizos ¿presentan una mala novela?. Pregúntenle a Dostoievsky, a Zola, a Bukowski, a Palahniuk.
Esta no es una historia amable, no es un trabajo reconfortante. Podemos decir, incluso, que es una lectura masoquista. Pero desde luego, es una lectura interesante no sólo para los seguidores musicales de Cave y otros habitantes de su nublado universo.
Mientras en su primera novela ( Y el asno vio al ángel, Pre-textos ) Cave se disfrazaba de gótico sureño para hablarnos de un disfuncional iluminado que, como el asno de Balaam, percibía aquello que otros seres supuestamente más agraciados no podían siquiera presentir, en esta ocasión adopta la apariencia desnuda de la crónica de motel para ir desvistiendo asno tras asno, iluminando a Bunny Munro, a su hijo, al lector... todos, en este viaje, veremos cosas que los otros no pueden ver.
Miremos, de entrada, más allá del hecho de que Cave sea músico. Escritores muchísimo peores se leen en masa y no tienen siquiera una excusa musical de semejante calibre.


LA MUERTE DE BUNNY MUNRO.
Nick Cave.
Papel de liar.
Primera edición, septiembre de 2009.
Novela.
238 páginas
978-84-936679-6-2


Para saber qué paso en el concierto de Cave en el Casino de l'Aliança del Poble Nou el pasado 24 de Octubre, consultad: Adaptando a Nick Cave & yhe Bad Seeds.