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martes, 12 de septiembre de 2017

Under the Pyramids: Portable magic & Unique jewels


Conocida como Daeg o Dæȝ en el alfabeto Futhorc o como la Dagaz protonórdica, esta runa representa al día, al amanecer.
Es la luz del comienzo que se opone a la incertidumbre de la oscuridad. Favorece los cambios, la transformación y los nuevos propósitos a través del crecimiento personal. Es un punto de equilibrio, el lugar en el que se encuentran los opuestos y se forman los nuevos proyectos.
Y, en manos de Mathyld de Under the Pyramids se convierte, además en una preciosa joya que llevar al cuello y en un potente talismán.
¿Se os ocurre un momento más mágico que el tiempo de la cosecha, que la entrada del otoño?






Hace ya años que caí en su red gracias al precioso Apsaalooke Talisman, su versión personal de los saquitos  medicinales de los nativos americanos. Es un precioso vial de 1930 que guarda en su interior turmalina negra y magnetita , para mantener la energía limpia y ordenada...que bien sabe dios que me hace mucha falta.
Y ahora, además, puedo disfrutar de mi gargantilla Dagaz, una preciosidad en plata reciclada, que Mathyld trabaja desde el diseño hasta el pulido, pasando por la estampación.

Si tenéis que hacer (-os) un regalo especial, visitad su tienda: Under the Pyramids en Etsy






martes, 29 de agosto de 2017

Oxford: capital del viaje en el tiempo.




Connie Willis y George R. R. Martin.
 A ambos les debo algunas de las lecturas más fabulosas de mi vida.



Sinceramente, no sé cómo llegó Connie Willis a mi vida. Probablemente por algún comentario de Little Emily, pero el caso es que un buen día El apagón me miró desde el escaparate de Gigamesh (al igual que el bueno de Martin...¿cuántos romance no habrán empezado así, desde el otro lado del cristal de Gigamesh?) y surgió la chispa. Casi inmediatamente me lancé a leer en inglés All Clear, que por entonces no estaba traducido al castellano, y caí absolutamente rendida a los pies del Oxford de Connie Willis, capital mundial del viaje en el tiempo.






En un futuro no muy lejano, el viaje en el tiempo es una realidad. Y para los historiadores del Oxford de ese futuro, la mejor manera de acercarse a su materia de estudio.
El viaje en el tiempo es algo tan sencillo como sutil y complejo a la vez. Técnicos, cálculos y ecuaciones; adquisición de conocimientos (memorizados o implantados), aprendizaje de idiomas, geografía o antropología...pero también, una serie de desafortunados desajustes que el Tiempo lleva a cabo por su cuenta para no distraerse de esa lógica suya intrínseca y resbaladiza.
A la cabeza del departamento de viajes en el tiempo en Balliol, se encuentra el señor Dunworthy que, entre la biblioteca Bodleian, el departamento de Investigación y el laboratorio, se toma muy en serio eso de ir enviando estudiantes por esos tiempos de Dios donde, al menor desfase temporal, estarán solos y perdidos en épocas de alto riesgo de enfermedades, guerras y demás calamidades. Por supuesto, la gracia para el lector está en las calamidades.

Cronológicamente, la primera de estas peripecias temporales la podemos disfrutar en "Brigada de incendios" ( Fire Watch, 1982. En castellano se encuentra recogida en Lo mejor de Connie Willis I, editado por Ediciones B), donde Dunworthy envía al bisoño señor Bartholomew a colaborar en la defensa anti incendios de la londinense Catedral de San Pablo (la obsesión del propio Dunworthy) durante los cruentos bombardeos de la II Guerra Mundial. Es la primera vez que nos adentramos en el Blitz pero, por suerte, no será la última y, ni mucho menos, la más intensa.

Unos años más tarde, Willies cambiaría el Blitz por la Peste Negra que asoló Europa en la Edad media. Por supuesto, ese no era el momento exacto al que había que llegar pero...ya sabemos que el tiempo tiene sus propios recursos y, si envía a un historiador a un momento y lugar determinado, a la larga y por muy enrevesado que parezca, es que tiene sus razones. El día del Juicio final (Doomsday Book, 1992. Descatalogado en castellano, pero aún colea algún resto de la edición de Ediciones B por el mercado).
Es la primera vez que nos encontramos con las peripecias de un historiador que sufre el desfase temporal y tiene que averiguar primero, dónde está y segundo, cuándo está. Paralelamente a la plaga que asola la Europa de siglo XIV, en el Oxford de origen se desata una enfermedad como hacía años que no se veía y que ni las muy avanzadas atenciones médicas de que disponen puede atajar, así que el suspense está garantizado a lado y lado de la bisagra del Tiempo.

En 1998 llega Por no mencionar al perro (To Say Nothing of the Dog, otro de esos descatalogados inexplicables de Ediciones B) donde la incongruencia y el desfase temporal se convierten en el eje de la trama, situada en pleno corazón de la Inglaterra victoriana más extravagante. Un poco al estilo de Regreso al futuro y las problemáticas familiares que puede generar el viaje en el tiempo, es un homenaje a los entuertos de salón más divertidos y  a los Tres hombres en una barca de Jerome K. Jerome.






 Ya en 2010 aparecen El apagón (Blackout)  y Cese de alerta (All clear), que ahora mismo podemos encontrar sin problemas en sus ediciones de bolsillo de Ediciones B.
Jamás pude imaginar una primera aproximación a un escritor tan y tan impactante para mi: Londres durante el Blitz como si realmente estuviese allí, la evacuación de Dunkerke, el trabajo de los vigilantes de incendios, los pilotos de la RAF, las conductoras de ambulancias, los niños enviados al campo...¡Lo tenía todo! y sin ñoñería, sin condescendencia por el lector ni complejos respecto al género.
La confusión y la estupefacción de sus protagonistas se desarrolla, no ante nuestros ojos, sino en nuestro propio interior. Podemos vibrar con cada explosión, oler los refugios, sacudirnos las ropas tras una noche de ataques y salir a trabajar a la superficie. 
Este díptico de 1300 páginas te engulle, se te adhiere a las manos y a los ojos, a la imaginación y no te suelta hasta que, con un suspiro, unos 15 días después de haber terminado su lectura, decides que ya es hora de volver al siglo XXI y dedicarte a lo que sea que hagas...no es de extrañar que haya ganado los premios Hugo, Nébula y Locus entre otros muchos otros...y más que debería haber ganado de no ser por la constricción académica y la miradita por encima del hombro que aún generan ciertos géneros.

Así que puedo decirlo más alto, pero no más claro...¡Me encanta Connie Willis!






sábado, 15 de julio de 2017

WWII para refrescarnos en el cine.




Fuera, hace calor. Se oye reaggeton, la gente va en chancletas. 
Dentro, una sala oscura, aire acondicionado y, casi seguro, muy poca gente... o al menos para ver Su mejor historia porque Nolan arrastrará gente a ver Dunkerke como si los soldados aliados fuesen Minions.
Mejor dentro, en el cine, viendo películas que nos transportan a un momento muy determinado de la Segunda Guerra Mundial.
Ayer mismo llegaba a nuestras pantallas (en Reino Unido el DVD salió a la venta en Abril) Su mejor historia y, aunque las críticas que he leído no son nada del otro mundo, todas coinciden en alabar el trabajo de Gemma Aterton  y de Bill Naghy, argumentos que a mi, en plena canícula estival, ya me valen. Y más si lo sumo a la ambientación y a la historia.

En Londres, en plena Segunda Guerra Mundial, un grupo de cineastas recibe el encargo de realizar una película patriótica que levante el ánimo de las tropas en esos momentos cruciales. Mientras la aviación nazi bombardea la ciudad, el equipo se pone manos a la obra para rodar el filme perfecto que conmueva a los espectadores ingleses. Para lograrlo contratan a Catrin Cole (Gemma Arterton), una secretaria convertida a guionista de productos propagandísticos, que tendrá que escribir el libreto de la cinta mientras lidia con sus compañeros, todos varones que no verán con buenos ojos la intervención de una mujer. En este ambiente conocerá al guionista Tom Buckley (Sam Claflin) y al veterano actor venido a menos Ambrose Hilliard (Bill Nighy). Los tres se enfrentarán a multitud de retos e interferencias políticas mientras intentan hacer algo con significado en esos tiempos de guerra. 
Su mejor historia se en el libro publicado por Lissa Evans en 2009  que, por supuesto, no está disponible en castellano. Su única traducción por estos lares es Corazones en ruinas (también ambientado en el Blitz), editado por Bóveda el año pasado.Y a su directora, Lone Scherfing, le debemos trabajos previos como Una educación o One day.



En Su mejor historia también ruedan su propia versión del rescate de Dunkerque.


De Dunkirk, poco voy a decir porque forma parte del bombardeo publicitario estival. 
Episodio bastante menos mainstream que el desembarco de Normandía, pero que seguro que resulta igual de fotogénico, tiene los suficientes puntos de interés humano y fílmico como para plantarle cara a algún que otro superhéroe.

Personalmente, hay algún trabajo de Christopher Nolan que me chirría (El truco final) pero, por lo general disfruto muchísimo de sus propuestas, así que el próximo viernes iremos a verla, a ver si va a ser el Salvar al soldado Ryan de la posmodernidad.










viernes, 23 de junio de 2017

Regreso a Maelström




Más de año y medio de blog abandonado.
Mea culpa.
Pero es tan evidente que estoy en época de cambios...que se cierra una etapa de manos y parece que se abre una de cabeza...en fin, la vida que pasa mientras tú planeas.

Y, a todo esto he pensado. Si su leño aún tiene algo que decir, el mío también.

Hola de nuevo.

Pronto, más.