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jueves, 25 de septiembre de 2014

En Chicago




Parece mentira. hace mes y medio que estuve de vacaciones y ya estoy necesitando otras... Igual repasando las pasadas me animo un poco.

Este año hemos hecho otro fragmento de las Américas en formato "carretera y manta", hemos visitado Memphis y Nashville, hemos pisado 6 estados, hemos invertido en cultura popular.
Empezamos volando a Chicago, que era una ciudad que hacía tiempo que queríamos conocer.
Lo cierto es que es poco sorprendente... no me entendáis mal. Es un lugar precioso pero que resulta tremendamente familiar, sobre todo si se ha visitado Nueva York o te interesa un mínimo la arquitectura moderna. 
Es una ciudad en la que no te sientes ajeno a su pulso, que te suenan los edificios, las estaciones, las personas. En Chicago chocas poco culturalmente y la puedes disfrutar a conciencia apenas pones el pié en sus aceras.

Para mi, uno de sus máximos activos es la presencia de Frank Lloyd Wright, ya sea a lo largo de sus calles (impresionante The rookery) o disfrutando de un paseo por  Oak Park, donde se puede visitar su casa estudio y babear todo el barrio de vuelta a la parada del metro.
Acompañándome en este descubrimiento, vinieron dos libros: Amar a Frank de Nancy Horan y  Las mujeres de T. C. Boyle.
Si alguien está pensando en visitarlo, esta página le será muy útil: Frank Lloyd Wright Trust

A parte de arquitectura, Chicago ofrece muchísimos alicientes, sobre todo musicales y gastronómicos.
Fabulosa la visita al Buddy Guy's Legends.
Espectacular la fachada del edificio del Chicago Tribune, salpicada de fragmentos de edificios y construcciones de todo el mundo del Partenón al Taj Majal, la Muralla china o El Álamo.
Emocionantes el punto donde se iniciaba la antigua Ruta 66 o Union Station, lugar en que Eliott Ness se las ve y se las desea para seguir disparando mientras intenta rescatar un carrito de bebé ( otras localizaciones cinematográficas de Chicago, aquí), o dar una vuelta en metro por el histórico Loop.
Deliciosas las palomitas de caramelo y anacardos de Garrett, las famosas pizzas de molde hondo de Ginos East o los pastelitos de queso de Magnolia Bakery.






Pero el gran descubrimiento ha sido, sin duda, el magnífico Art Institute of Chicago.
Para mi vergüenza, reconozco que es un museo que no tenía bien situado en mi mapa mental y me ha sorprendido muy, muy gratamente.
Tiene un tamaño estupendo, grande pero sin exageraciones, una estructura sencilla y una colección ecléctica pero de una calidad extraordinaria...cada esquina, cada pasillo, cada sala, te reserva una sorpresa agradable. Los ojos y el alma se te llenan de imágenes sugerentes, viejos conocidos de tus rincones de almacenaje personales. Casi me desmayo al encontrarme cara a cara con el Picture of Dorian Gray que se usó para la película de 1945 y que tiene enfrente el maravilloso Nighthawks de Edward Hooper.
Apenas sin tiempo a recuperarte, American Gothic te corta la respiración, pero te la devuelve con un beso la Beata Beatrix de Rossetti.
Exclamación ahogada ante la Élegante de profil au Ball Mabille, vahído tembloroso frente a  Water Lily Pond, piel de gallina con Paris Street, Rainy Day... un tiovivo de emociones y disfrute.