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sábado, 15 de julio de 2017

WWII para refrescarnos en el cine.




Fuera, hace calor. Se oye reaggeton, la gente va en chancletas. 
Dentro, una sala oscura, aire acondicionado y, casi seguro, muy poca gente... o al menos para ver Su mejor historia porque Nolan arrastrará gente a ver Dunkerke como si los soldados aliados fuesen Minions.
Mejor dentro, en el cine, viendo películas que nos transportan a un momento muy determinado de la Segunda Guerra Mundial.
Ayer mismo llegaba a nuestras pantallas (en Reino Unido el DVD salió a la venta en Abril) Su mejor historia y, aunque las críticas que he leído no son nada del otro mundo, todas coinciden en alabar el trabajo de Gemma Aterton  y de Bill Naghy, argumentos que a mi, en plena canícula estival, ya me valen. Y más si lo sumo a la ambientación y a la historia.

En Londres, en plena Segunda Guerra Mundial, un grupo de cineastas recibe el encargo de realizar una película patriótica que levante el ánimo de las tropas en esos momentos cruciales. Mientras la aviación nazi bombardea la ciudad, el equipo se pone manos a la obra para rodar el filme perfecto que conmueva a los espectadores ingleses. Para lograrlo contratan a Catrin Cole (Gemma Arterton), una secretaria convertida a guionista de productos propagandísticos, que tendrá que escribir el libreto de la cinta mientras lidia con sus compañeros, todos varones que no verán con buenos ojos la intervención de una mujer. En este ambiente conocerá al guionista Tom Buckley (Sam Claflin) y al veterano actor venido a menos Ambrose Hilliard (Bill Nighy). Los tres se enfrentarán a multitud de retos e interferencias políticas mientras intentan hacer algo con significado en esos tiempos de guerra. 
Su mejor historia se en el libro publicado por Lissa Evans en 2009  que, por supuesto, no está disponible en castellano. Su única traducción por estos lares es Corazones en ruinas (también ambientado en el Blitz), editado por Bóveda el año pasado.Y a su directora, Lone Scherfing, le debemos trabajos previos como Una educación o One day.



En Su mejor historia también ruedan su propia versión del rescate de Dunkerque.


De Dunkirk, poco voy a decir porque forma parte del bombardeo publicitario estival. 
Episodio bastante menos mainstream que el desembarco de Normandía, pero que seguro que resulta igual de fotogénico, tiene los suficientes puntos de interés humano y fílmico como para plantarle cara a algún que otro superhéroe.

Personalmente, hay algún trabajo de Christopher Nolan que me chirría (El truco final) pero, por lo general disfruto muchísimo de sus propuestas, así que el próximo viernes iremos a verla, a ver si va a ser el Salvar al soldado Ryan de la posmodernidad.










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