Translate

domingo, 30 de noviembre de 2008

Novedades Dickensianas.

Soy cínica.
Soy borde.
Soy Scrooge en muchas cosas.
Pero Dickens me convierte en una persona mejor...Imaginaos lo buena que voy a ser próximamente con todo esto que acaba de llegar.




No puedo evitar copiaros el prólogo a El cántico de Navidad de Carlos Dickens, a cargo de Manuel Vallvé, en la edición de Araluce de 1956. Por supuesto, NIHIL OBSTAT.

"ACERCA DE ESTE LIBRO.

Este tomito, queridos niños, comprende un cuento de uno de los más insignes literatos contemporáneos. En efecto, Carlos Dickens fué ( sic ) el primer novelista inglés que hubo en el siglo próximo pasado, pues, además de estar dotado de fácil inventiva y de primoroso estilo, tenía dotes de observación nada comunes que le permitían sostener con escrupulosa exactitud el modo de ser especial de sus compatriotas, a los que, muchas veces, caricaturizaba en sus libros, atacando con el ridículo todos sus defectos.

Pero estas condiciones, bastantes para asegurar la fama de un escritor, estaban en Dickens empequeñecidas por otra cualidad mucho más noble y que contribuyó, especialmente, a conquistarle la celebridad de que goza en el mundo entero.

Dickens fué el escritor más humano o, si se quiere, más amigo del género humano que ha existido, y todas sus obras, aunque vestidas a veces con fantástica o cómica envoltura, tienen nobilísimo fondo y enlazan todas las virtudes, el amor a la humanidad, a la família ( sic ) y a la patria, de un modo que, a veces, hace asomar las lágrimas a los ojos, aunque, a trechos, parezca su estilo ingenuo y frívolo de un modo extraordinario.

Fué hijo de humildísima família, pues durante su primera infancia vióse obligado, para ayudar a sus padres, a trabajar en una fábrica de betunes, en donde ganaba mísero sueldo. pero más tarde, tras haber prestado sus servicios en casa de un notario, ejerció de taquígrafo en varios importantes periódicos y por fin empezó a publicar algunos estudios de costumbres de la vida inglesa, los cuales, coleccionados más tarde, decidieron su porvenir, pues desde entonces Dickens se dedicó por completo al cultivo de las bellas letras.

Murió en 1870, a los cincuenta y ocho años de edad y, deseando sus compatriotas honrar sus restos, lo enterraron en la real Abadía de Westminster. Su memoria perdura en el mundo entero, pues se leen siempre con fruición las obras que dejó escritas tan grande autor, que fué, ante todo, hombre bueno y decidido protector de la humanidad doliente."

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca hemos terminado de congeniar, Dickens y yo, ni siquiera a pesar de mi tremenda anglofilia. Me gusta mucho la foto que has puesto, eso sí.

Tengo algunas traducciones de las Brontë de esa época y los prólogos son lo mejor: son únicos. Y este de Dickens no se queda atrás.

Samedimanche dijo...

Luego dicen que no se entiende a los jóvenes...pues anda que a los mayores!!!
Entiendo tu falta de feeling con Dickens, le pasa a mucha gente. Yo empecé de mayor, pero cogí pronto y fuerte el vicio: Dickens fue mi sarampión de adulta.

roberta dijo...

Yo también tengo una asignatura pendiente con Dickens, pero visto lo visto, creo que esta es la Navidad perfecta para lanzarme a ello.