San Pietro in Capite
El Foro visto desde la Colina Capitolina
Roma intentará apabullaros con la magnificencia de su pasado y la huella de enormes personalidades. Por ejemplo, Miguel Angel y Bernini irrumpirán con toda su fuerza para abriros la boca de asombro y embotaros el cerebro por sobre exposición...pero más allá del Vaticano y las grandes escenografías, ambos artistas pueden proporcionarnos los momentos más impresionantes de nuestra visita. Me confieso enamorada de la mano con que un Hades de mármol sostiene a Proserpina mientras la arrastra al infierno. Me confieso igualmente seducida por la rodilla de Moisés, golpeada por la frustración del creador, o por el elefantino del Obelisco de Santa Maria sopra Minerva.
Pero la afluencia de personalidad y genio nos perseguirá donde quiera que vayamos. No solo el recuerdo de Fellini es omnipresente, sino que el leve paso de Lord Byron por la ciudad o las estancias de Keats o Shelley exigirán nuestra atención y dispararán nuestra imaginación desde algunos de los rincones más hermosos de la ciudad: sentados en la terraza sobre la Piazza di Spagna que nos ofrece la Casa- museo de Keats y Shelley ; frente a las estatuas de Byron o Goethe a lo largo de un paseo por los jardines de Villa Borghese; ante la tumba de Keats o de Gregory Corso en el hermoso Cementerio Protestante de la ciudad... este último es parada obligatoria tanto por su paz y su belleza como para ir descubriendo otra de las múltiples facetas romanas: la presencia de la muerte desde la constancia católica.
Tumba de Keats
Y es que la Roma católica adora a sus difuntos en tanto que recordatorio de la mísera criatura que –ellos creen – que somos. Mientras la finiquitada Roma Clásica irradia vida y luz a pesar de lo lejano de su esplendor, la omnipresencia católica insiste en reducir la existencia a un oscuro rito de paso. Más allá de la tan cacareada cripta de Santa Maria della Concezione, con sus capillas decoradas con los huesos de generaciones de frailes capuchinos difuntos ( y que se ha convertido gracias al “boca- oreja” en la Disneylandia del morbo mortuorio ), podemos apreciar la gran cantidad de Memento Mori que nos salen al paso, como la Iglesia de Santa Maria dell’Orazione e Morte, o las incontables reliquias de santos que decoran cientos de capillas barrocas, como las reliquias de San Valentín en Santa Maria in Cosmedin... Así que Carpe Diem: paguemos 10 € por un te en el recoleto Salón de Té Babbington, paseemos sin rumbo por el Vialle della Pace o sentémonos en el magnífico claustro de San Silvestro in Capite.
Via della Pace