La televisión tiene la culpa.
Bruselas es una ciudad moderna que alberga un corazón clásico muy bien delimitado. La condensación de agujas contra el cielo se extiende por un espacio relativamente pequeño y el resto es modernista y moderno.
Es la parte puntiaguda la que más turismo atrae ( esas calles inundadas de restaurantes de lo más variado que ya hemos visto, por ejemplo en el Quartier Latin de París, esas tiendas de souvenirs repetitivas, el Hard Rock Café...), pero Bruselas bien vale un paseo.
A base de caminar descubrimos por nosotros mismos el consabido amor de los belgas por el chocolate ( hay, creo, más chocolaterías que tiendas de souvenirs, para que os hagáis una idea ) y los gofres (¿quién puede comerse sobre la marcha un gofre cargado con fresas, plátano, chocolate caliente y nata? Suerte que yo soy aficionada al gofre sin nada, mucho más sabroso y práctico.) y la fe (francófona en general ) en San Miguel. En Bruselas, y el Flandes en general, también descubrimos bastantes Sant Jordis... ¿a qué se debe esta obsesión por vencer al demonio? Son, con diferencia, los santos más venerados en la zona. Me pareció curioso ( como ya me lo pareció en Bretaña ) y agradecería cualquier información al respecto.
A pesar de que somos bastante dados a sumirnos en el ambiente del lugar en cuanto pisamos una ciudad, a mi se me fueron los ojos hacia el conocido icono de
Waterstones que ondeaba a lo lejos, en el Boulevard Adolphe Max Laan. Es pequeñita pero da para un rato. También encontramos otra librería inglesa muy interesante,
Sterling Books, en Wolvengracht ( o "foso de los lobos" ¿de dónde vendrá ese nombre?), 38. De aquí viene el
Miss Peregrine's home for peculiar children que veis en la imagen , una adorable fábula para niños y adultos imaginativos que mezcla de un modo fascinante fotografías más o menos
trouvées y historias de niños especiales que me recomendó, hace ya algún tiempo, mi amigo Julián.
Junto al libro, lo mejor de Bélgica entera: las galletas y bizcochos de
Dandoy.
Por lo que respecta a la zona de la Grand Place, me dejó patidifusa. A pesar de la invasión turística, es una plaza impresionante, un lugar imprescindible para los que, como yo, adoramos el contraste de la piedra oscurecida y el oro refulgente. Es muy bonita al sol, pero creo que vemos su mejor aspecto bajo un cielo sombrío, con grandes nubes contra las que destacar sus agujas y gabletes.
Por debajo de Brueghel, tenéis unas preciosas vistas de la ciudad desde la colina que alberga ( en su seno, literalmente ) el Museo de Bellas Artes , la
Place du Petit Sablon que, rodeada de esculturas representativas de los gremios que hicieron grande la ciudad, otorga al visitante descanso ( es realmente un remanso de paz) y entretenimiento: pudimos pasar horas adivinando qué gremio representaba cada estatua porque las hay realmente peregrinas...), y un magnífico pomo de hortensias.
Flandes es un hervidero de hortensias, planta que adoro y por la muy mediterránea disposición de mi terraza no puedo cultivar.
Lo que sí podría colocar en mi terraza sería un Mannekenn Pis de tamaño natural puesto que tiene el tamaño aproximado de un enano de jardín. Como ya lo sabía, no me sorprendió, pero era divertido oír los comentarios de los visitantes desprevenidos.
Lo que sí me dejó patidifusa fue que el pequeño meoncete tenga un
fondo de armario que ya quisiera para sí Carmen Lomana, guardado en su propio museo, con el que lo visten periódicamente y que incluye una camiseta Kappa del Barça, de los tiempos en que jugaba Luis Enrique ( información ofrecida por mi Santo).
Mi favorito, con mucho, su traje de Drácula.
La arquitectura de
Horta me fascina y cuando más me gusta es cuando se observa a medida humana. Su Casa- taller tiene unas dimensiones que considero idóneas para una pareja ( hay quien me dice que las habitaciones son demasiado pequeñas...no sé en qué tipo de casa deben vivir estas personas...), un jardín abarcable y una altura asequible.
El horario de visitas es de lo más curioso ( como casi todos los horarios belgas: consultadlos bien antes de plantaros en cualquier sitio con intenciones de visitar su interior): abre de 14 a 17'30. Y, por supuesto, no dejan hacer fotos, prohibición que a mi me agarrota el dedo índice sobre el botón de la cámara de fotos y a mi Santo el deseo de huir de mí porque me van a acabar llamando la atención, seguro.
Entiendo y respeto a rajatabla que no se pueda utilizar el flash...pero ¿las fotos? Si voy a comprar todo lo que haya en la tienda igualmente...
Aquí os dejo una foto al margen de la ley de la maravillosa caja de la escalera principal.
Resplandece al sol. Y, aunque creo que es el edificio más tonto que he visto, me pareció espléndido.
Me puso una sonrisa tonta y feliz para toda la tarde.
Para más sonrisas -tontas y listas- leed la siguiente crónica.