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domingo, 23 de marzo de 2014

Sapphira y la joven esclava.

Willa Cather es una escritora precisa. Precisa en tanto que es necesaria e indispensable y su estilo es claro, exacto y conciso. No tiene un relato flojo, no hallaremos obra menor. En su lectura no nos sobra nada y lo que podemos echar a faltar es un regalo de respeto por sus lectores ( cómo odio los flashbacks gratuitos que directores o escritores necesitan endilgarnos porque dudan mucho de nuestra memoria...!!) . Porque en la obra de Cather es maravilloso el peso narrativo de lo que no se cuenta, de las relaciones intuidas, que permiten al lector una participación dulce y amarga, el añadir su granito de arena a los hechos y el no saber qué es lo que en verdad pasaba. Porque verdad es lo que Cather nos ofrece.Verdad y opciones. Y de todo ello encontramos un gran ejemplo en Sapphira y la joven esclava.







La opción, la fuerza de la decisión, es omnipotente en la obra de Willa Cather, la opción dentro de la narración, la opción a la hora de desarrollar el drama y los personajes, la opción abierta al lector a la hora de rellenar los espacios líricamente vacíos.
La opción literaria de Willa Cather es sucinta y perfecta. Sus personajes se definen con profundidad concisa y sus pérdidas se pintan de aprendizaje y no de melancolía. Porque la pérdida, la conciencia de los cambios, de la desaparición de los seres queridos, de la inocencia, de la juventud o de la sociedad agrícola frente a la industrialización urbana, es uno de los temas imprescindibles de la escritora. La emigración que tan bien relatara en su trilogía de la Pradera (Mi Ántonia, Pioneros y El canto de la alondra), la vida rural en decadencia frente a la sociedad moderna, el desarraigo...en todo cambio se crece la autora.






Cather nació en Black creek Valley,Virginia, en 1876 pero con escasos nueve años -tras la ruina de la familia a causa de un incendio- se trasladó a Nebraska, el primero de los grandes asentamientos al norte del Misisipi tras la Guerra Civil, donde asume la dura vida fronteriza. “Me sentí insignificante, y enferma, y sola”, recordaría de adulta. “Aquella tierra y yo tuvimos que llegar a un compromiso, y al final del primer otoño aquellas praderas desgreñadas se habían apoderado de mí con una pasión que nunca más me ha abandonado. Aquello ha sido la luz y la maldición de mi vida”.
La pradera marcó su vida y su arte, pero no olvidaría los escenarios de su infancia, donde nos remite la novela que nos ocupa.




La casa natal de Willa Cather (a la izquierda) y su casa de Nebraska.


Sapphira y la joven esclava fue la última novela de la autora, publicada en 1940. En ella vuelve al viejo sur, a una sociedad que se desvanece, a una familia que se diluye, a un mundo que se acaba.
En ella, se nos habla de Sapphira Colbert, una matriarca excepcional en la zona de Black Creek Valley, propietaria de un buen número de esclavos en una zona que se debate entre el abolicionismo y la incapacidad económica de comprar o contratar mano de obra.
Rica, esclavista, invalida, condescendiente y controladora, Sapphira no se resiste a ordenar su mundo a su antojo y cuando comienza a sospechar que su esposo mantiene alguna especie de relación con la joven Nancy, una de sus esclavas, invita a pasar con ellos una temporada a uno de sus sobrinos, especialmente crápula e inmoral para interponerse entre ellos.
Pero la vida pasa y oxida nuestra mano de hierro. Las circunstancias crecen y cambian sin apenar regarlas y la historia pronto cambia su curso y se aleja de los resultados esperados.
Obra maestra de lo que no se dice, cada una de las palabras de esta obra se lee en el lugar preciso y toca la tecla exacta.




Willa Cather; Sapphira y la joven esclava.

Impedimenta. Madrid, 2014.
Traducción de Alicia Frieyro

ISBN 978-84-15578-91-8

domingo, 2 de marzo de 2014

En cualquier caso, ningún remordimiento.


                                       La bande à Bonnot en Café Crime. Para francófonos curiosos.


Recuerdo una reunión de La Sartén Littéraire en la que salió a relucir Los Miserables de Víctor Hugo. Yo me posicioné del lado de Valjean, defendiendo que las personas pueden cambiar, que el medio puede cambiar y las intenciones y reacciones corregirse. El pasado no desparece pero el futuro puede redefinirse. Mi amiga Insonrible se posicionó en contra (nosotras somos así), argumentando en contra de la posibilidad de cambio, descalificando a Valjean como personaje creíble.
A Insonrible le encantará este libro y la caída cual bola de nieve de Jules Bonnot, como una lata a la que la miseria da una patada para lanzarla por una cuesta abajo a la que la mala suerte allana el camino.



Foto familiar anterior a  1906.


Jules Bonnot nació bajo una mala estrella. Creció falto de cariño, superado por la violencia y excedido por la injusticia. En su vida apenas hubo hueco para la esperanza...el poco espacio libre lo llenó la miseria y la inquina. Intentó deshacerse de la una y de la otra, escapar de la ira y el desengaño, labrarse una vida normal, tranquila y digna y fracasó estrepitosamente. Si siquiera el ejército era para él, mucho menos el trabajo urbano o rural, el amor, la paz doméstica o la familia.
El socialismo y la anarquía se desarrollaron abonados por el mal fario, la energía y el odio contenido, los abusos y el desconsuelo. Sólo su amor por la mecánica y los aún novedosos automóviles parecían otorgar algo de luz a la penumbra de sus días.
Se rebeló como un gran mecánico y un gran conductor ( llegó a ser chófer de Sir Arthur Conan Doyle, en un intento de alejarse de la mala fama que lo perseguía en su Francia natal) pero el destino lo hizo resbalar cuando apareció Plátano, un compadre un tanto desequilibrado con el que empezaría una exitosa carrera delictiva.



Un joven Bonnot detenido en 1896

Ficha policial de Jules Bonnot, 1912. ¿Qué se apagó en los ojos de Bonnot entre estas dos fotografías?


Fueron años de convulsión social, de lucha obrera, prosperidad burguesa, desequilibrio, injusticia, desconfianza, de incomprensión entre clases y entre personas. Europa era un hervidero y muchos se encontraron bajo la presión de la miseria. La explosión estaba garantizada.
Bonnot y sus compinches llevaron a cabo una serie de actos criminales que la prensa y la policía transformaron en terrorismo, mataron, saquearon y robaron, pero también fueron héroes.
Muy lejos tanto del tono heroico como del moralismo ejemplificante se encuentra el trabajo de Pino Cacucci.
Novela negra, y mucho, En cualquier caso, ningún remordimiento, nos ofrece un retrato inmisericorde de la sociedad de su tiempo, de las sombras de la prosperidad y de los sueños de la razón.
Con mano firme y elegante, Cacucci entrelaza realidad, violencia y poesía para ofrecernos una serie de hechos -desgraciadamente, nada extraordinarios- tal y como en verdad pudieron haber sido puesto que lo que pasó de verdad nunca lo sabremos.
Un libro impresionante, de los que te dejan unos días sin aliento, con miles de ideas bullendo en la cabeza y sentimientos encontrados, de los que requieren tiempo para asumirlo. Un personaje que despierta pena, disgusto o miedo, pero que en ningún caso dejará a nadie indiferente. En mi caso, ya forma parte del imaginario particular...ahí está, entre Valjean y el monstruo de Frankenstein.

Hoja de Lata  vuelve a ganarse mi más sincera admiración.




Para ponerle rostro a los protagonistas de esta obra, retratados según el sistema Bertillon, no dejéis de visitar Photographic Bee.

Sobre la relación de Bonnot y Conan Doyle, podemos repasar el breve capítulo 20 (Conan Doyle y el bandido motorizado) de Conan Doyle, detective. Los crímenes reales que investigó el creador de Sherlock Holmes, de Peter Costello y publicado por Alba.
Y para leer más sobre el caso de George Edaji, siempre podemos dirigirnos a Arthur & George, sugerente versión de la historia a cargo de Julian Barnes. Editado por Anagrama.