Willa Cather es
una escritora precisa. Precisa en tanto que es necesaria e
indispensable y su estilo es claro, exacto y conciso. No tiene un
relato flojo, no hallaremos obra menor. En su lectura no nos sobra
nada y lo que podemos echar a faltar es un regalo de respeto por sus
lectores ( cómo odio los flashbacks gratuitos que directores o escritores necesitan endilgarnos porque dudan mucho de nuestra memoria...!!) . Porque en la obra de Cather es maravilloso el peso
narrativo de lo que no se cuenta, de las relaciones intuidas, que
permiten al lector una participación dulce y amarga, el añadir su
granito de arena a los hechos y el no saber qué es lo que en verdad
pasaba. Porque verdad es lo que Cather nos ofrece.Verdad y opciones.
Y de todo ello encontramos un gran ejemplo en Sapphira y la joven
esclava.
La opción, la fuerza de la decisión, es
omnipotente en la obra de Willa Cather, la opción dentro de la
narración, la opción a la hora de desarrollar el drama y los
personajes, la opción abierta al lector a la hora de rellenar los
espacios líricamente vacíos.
La opción
literaria de Willa Cather es sucinta y perfecta. Sus personajes se
definen con profundidad concisa y sus pérdidas se pintan de
aprendizaje y no de melancolía. Porque la pérdida, la conciencia de
los cambios, de la desaparición de los seres queridos, de la
inocencia, de la juventud o de la sociedad agrícola frente a la
industrialización urbana, es uno de los temas imprescindibles de la
escritora. La emigración que tan bien relatara en su trilogía de la
Pradera (Mi Ántonia, Pioneros y El canto de la
alondra), la vida rural en decadencia frente a la sociedad
moderna, el desarraigo...en todo cambio se crece la autora.
Cather nació en
Black creek Valley,Virginia, en 1876 pero con escasos nueve años
-tras la ruina de la familia a causa de un incendio- se trasladó a
Nebraska, el primero de los grandes asentamientos al norte del
Misisipi tras la Guerra Civil, donde asume la dura vida fronteriza.
“Me sentí insignificante, y enferma, y sola”, recordaría de
adulta. “Aquella tierra y yo tuvimos que llegar a un compromiso, y
al final del primer otoño aquellas praderas desgreñadas se habían
apoderado de mí con una pasión que nunca más me ha abandonado.
Aquello ha sido la luz y la maldición de mi vida”.
La
pradera marcó su vida y su arte, pero no olvidaría los escenarios
de su infancia, donde nos remite la novela que nos ocupa.
La casa natal de Willa Cather (a la izquierda) y su casa de Nebraska. |
Sapphira
y la joven esclava
fue la última novela de la autora, publicada en 1940. En ella vuelve
al viejo sur, a una sociedad que se desvanece, a una familia que se
diluye, a un mundo que se acaba.
En
ella, se nos habla de Sapphira Colbert, una matriarca excepcional en
la zona de Black Creek Valley, propietaria de un buen número de
esclavos en una zona que se debate entre el abolicionismo y la
incapacidad económica de comprar o contratar mano de obra.
Rica,
esclavista, invalida, condescendiente y controladora, Sapphira no se
resiste a ordenar su mundo a su antojo y cuando comienza a sospechar
que su esposo mantiene alguna especie de relación con la joven
Nancy, una de sus esclavas, invita a pasar con ellos una temporada a
uno de sus sobrinos, especialmente crápula e inmoral para
interponerse entre ellos.
Pero
la vida pasa y oxida nuestra mano de hierro. Las circunstancias
crecen y cambian sin apenar regarlas y la historia pronto cambia su
curso y se aleja de los resultados esperados.
Obra
maestra de lo que no se dice, cada una de las palabras de esta obra
se lee en el lugar preciso y toca la tecla exacta.
Willa Cather; Sapphira y la joven
esclava.
Impedimenta.
Madrid, 2014.
Traducción de
Alicia Frieyro
ISBN
978-84-15578-91-8