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domingo, 8 de diciembre de 2013

Dicker y Davies: leer deprisa, leer despacio.


La verdad sobre el caso Harry Quebert de Joël Dicker está en boca de todos, en todos los escaparates, en todas las mesas de novedades.
La ilustración de su cubierta, tanto en su edición en castellano (Alfaguara) como en catalán (La campana), es una obra de Edward Hooper.
Cuenta una historia de escritores y crímenes en los idílicos paisajes de New Hampshire.
Y ni por esas me decidía a leerlo de la rabia que me daba...¿un escritor de tan sólo 27 años andaba ya por su obra maestra?
Pero finalmente, después de extraños virajes del destino, cayó. ¡Y cómo! Creo que he hecho récord de velocidad de lectura.
Empecé a leerlo en formato electrónico...y justo en mitad del libro se muere mi ebook. Tras el ataque de pánico, me lanzo al facebook a quejarme y una amable samaritana me deja su ejemplar en papel para que pueda terminarlo (buscadlo en las bibliotecas, buscad: jamás he visto tantísima reserva). Y ahora, tras una maratón de lectura durante el Puente, ya respiro tranquila porque sé cual es la verdad del caso Harry Quebert.
¿Era para tanto?



Imagen extraída de http://joeldicker.com/la-verite-sur-laffaire-harry-quebert-nouveaute/



No lo sé, sinceramente.
Mi sensación actual es la de haberme enfrentado a la obra de un hijo improbable de Agatha Christie y John Irving que se hubiese ido a vivir a Twin Peaks y contase, en la elaboración de su obra, con la impaciencia y la credulidad lectora para , digamos, metérnosla de canto.
Al comienzo, el libro tira mucho a su abuelo Irving, pero hacia la mitad a su lado Christie le da un arrebato Lyncheano y pierde el oremus. ¿Todo vale para mantener en vilo al lector? 
Supongo que es perfectamente lícito sacrificar algo de calidad en aras de dejarnos sin comer ni beber durante horas, sumidos en el efecto "un capítulo más y voy a tomar algo".
Engañarnos, lo que se dice engañarnos, no nos engaña ( Dicker tiene bien asumido El asesinato de Roger Ackroyd) pero si, durante la vorágine del ansia de descubrimiento, uno levanta la cabeza y contempla el paisaje que le rodea puede llegar a concluir que no es más que un ciclorama. Así, que lo ideal es dejarse llevar por el vértigo y ver que diablos pasa con el tan cacareado Harry Quebert.

Una vez frenada, mi pasión lectora se enfrenta a uno de esos libros que uno encuentra por casualidad, de los que nadie habla y que tan felices nos hace a tantos.
En la mesa de novedades viejunas de mi librería, me encuentro con un regalito de Asteroide, Espíritu festivo , una recopilación de cuentos de fantasmas de Robertson Davies. ¡Oh, espíritu de las Navidades Presentes, que me vas a encontrar leyendo en bata!






«A pesar de la afición que he tenido toda la vida a los cuentos de fantasmas jamás se me ocurrió escribir ninguno hasta que fui a Massey College, facultad y residencia universitaria de la Universidad de Toronto, en 1963. Por Navidad celebrábamos siempre una fiesta a la que invitábamos a algunos amigos y era preciso dar algo de espectáculo.
Abundaban las personas de talento, como poetas y músicos, pero se esperaba que yo hiciera también alguna aportación, y se me ocurrió que podía ser un relato de fantasmas, el primero del presente libro. Durante los dieciocho años que estuve en la residencia, todas las Navidades me pedían que escribiera un cuento, y aquí están, reunidos en un libro, con la esperanza de que los disfruten otros entusiastas de esta clase de literatura.» Así explicaba Robertson Davies en el prólogo a la primera edición de este libro, de 1982, la razón de ser del mismo.
Los fantasmas de Dickens, la reina Victoria o Ibsen son algunos de los espíritus festivos que habitan un libro en el que la maestría de Davies se muestra en todo su esplendor. Unos fantasmas que el lector llegará a necesitar «como quien necesita un suplemento dietético, unas vitaminas para atajar una de las dolencias modernas más temibles: el raquitismo racional».



Como comprenderéis, con Robertson Davies no caben las prisas. Ni la inanición. 
Estos cuentos requieren un ambiente recogido, el calor del hogar y una humeante taza de té.
Aquí no va a haber caída descontrolada ni paisajes caricaturescos...si todo va bien, un magnífico panorama se abrirá ante nuestros ojos.
Ya os lo confirmaré.

martes, 5 de noviembre de 2013

El océano al final del camino: sobrevivir a la infancia.


Supongo que hacerse mayor es ir cerrando asuntos. Olvidar cosas. Finiquitar.
Hay a quien le cuesta más y a quien le cuesta menos. Hay quien, incluso, deja alguna puerta abierta o una ventana entornada entre el sueño y el recuerdo, las luces de la vigilia y la realidad.
A veces pensamos que esa imagen que nos estremece emergió de una noche de pesadilla cuando es una vivencia puesta a secar. Otras, recordamos cosas con tal claridad que nos resulta imposible creer que no fuese cierto, que no protagonizáramos tan maravilloso recuerdo.
Neil Gaiman es único moviéndose en esa zona deshilachada y deslavazada, recordándonos al niño que fuimos y aquella lejana participación en la magia, el duermevela de nuestra infancia que aún se agazapa en nuestro cerebro reptiliano... Gaiman apunta directo a esa parte nuestra que se pregunta “¿quién anda ahí?” cuando el viento acaricia nuestros cabellos.
Limitar el trabajo de Gaiman a un género es arrancarle las patas a la araña y decir que se ha quedado sorda. Sus trabajos anteriores ya nos han enseñado que para que nuestra mente levante el vuelo no hay que perder del todo de vista la tierra y por muy extraño y fantástico sea lo que nos explica, en el fondo, es tan verosímil como una agenda.





En El océano al final del camino, el narrador atraviesa una especie de portal de los recuerdos tras asistir a un funeral (¿qué nos convierte, de golpe, en adulto mejor que un funeral? Los funerales eliminan distancias entre la muerte y nosotros mismos, poniéndonos en primera y descarnada línea de desaparición. Un funeral parece señalarte con un dedo huesudo y gritar”tú serás el siguiente”). Vestido de luto, conduce por la campiña inglesa y prácticamente naufraga en los parajes en los que vivió unos años de su infancia. La casa de su familia ya no existe, pero el paisaje le da la bienvenida y sacude sus recuerdos.

Nuestro narrador fue un joven solitario, lector voraz en una casa que ha de alquilar un cuanto para huéspedes a fin de subsistir. Esta habitación la ocupa un minero australiano que, con su terrenal presencia activa, sin saberlo, toda una cadena de acontecimientos. Nada más aparecer, enfrenta a nuestro pequeño protagonista con la muerte, violenta, inesperada, y con la imposibilidad de sustituir lo que ha desparecido aunque, curiosamente, su desaparición, desencadene la magia.
El narrador recuerda a las extrañas vecinas que vivían en la casa más cercana a la suya, la granja de las Hempstock, tres generaciones femeninas de una misma familia, y cómo se hizo amigo de la pequeña Lettie. Recuerda el pequeño estanque que su amiga consideraba un océano y rememora las historias que le contó y las peripecias que compartieron.




Y es que, como muy bien nos relata Gaiman, la infancia no es tan simple como ir al colegio, jugar en la calle y ser querido. La infancia también contiene oscuridad, miedo y superación. Si no, nadie querría ser adulto.
La infancia es terreno abonado para los miedos y las tristezas porque nuestro pensamiento mágico aún no ha sido sepultado por preocupaciones tangibles y problemas concretos. Cualquier adulto imaginativo lo recuerda, porque es precisamente la imaginación, la capacidad de suspender la incredulidad, la que nos acerca al lector que somos, al niño que fuimos, es lo que nos permite disfrutar de libros como este.






Y es que Gaiman es imaginativo pero no iluso, y sabe muy bien a qué altura sostener el candil para que veamos el camino que abre ante nosotros. Su voz, cotidiana y reconocible nos lleva por vericuetos que creíamos olvidados y rescata el eco de aquellas sombras que poblaron nuestra habitación infantil, que se han tornado en horas extras para mantener a la familia, presupuestos impagables para reparaciones imprescindibles, pérdida de amigos, desazón inexplicable.

Gaiman nos recuerda la magia, buena y mala, y que a veces hay que hacer lo que hay que hacer. Lo que aprendemos, permanece y nos impulsa hacia la edad adulta. Una edad adulta que hunde sus cimientos en la magia pasada.




Neil Gaiman, El océano al final del camino.
Roca Editorial; Barcelona, 2013,

ISBN: 978-84-9918-657-3

sábado, 2 de noviembre de 2013

Christopher Walken y punto.


Fabulosa campaña de Jack & Jones para el otoño-invierno.
Made From Cool.

Creo que este sastre es pariente del constructor de Eduardo Manostijeras.









lunes, 28 de octubre de 2013

20 años sin Vincent Price.



Lo bueno de los mitos es que, aunque nos dejen, nunca desparecen.
20 años hace ya de la muerte del gran Vincent Price.
Perfecto caballero y perfecto loco peligroso, Price me ha regalado algunos de los momentos cinematográficos más maravillosos de mi vida y, ¿porqué no decirlo?, algunos de los más entrañables.
Aún siento ensancharse un huequecito en mi corazón cuando le veo en Eduardo manostijeras, cuando le oigo leer The Raven, cuando le pone rostro a sir Henry Baskerville.
Si hubiese podido elegir hubiese sido mi abuelo.





Fue sir Walter Raleigh en La vida privada de Elisabeth y Essex y el duque de Clarence en La torre de Londres. Lo vimos en Laura y en La canción de Bernardette, en Que el cielo la juzgue, en Los tres mosqueteros... luego llegó Roger Corman y lo coloreó como nadie al frente de las adaptaciones de E.A. Poe, después se perdió en la televisión hasta Michael Jackson y Tim Burton.
Y luego se fue, dejándonos momentos extraordinarios.










Vincent Price a los 18 años.



lunes, 21 de octubre de 2013

Back to the 40's: Hen House




Acabo de descubrir el blog de esta muchacha y no puedo dejar de compartirlo con vosotros.
Amante de las labores, vive en una casa victoriana y acude a eventos recreativos sobre los años 40.
Creo que merece la pena pasar a tomar el té (virtual) con ella.






viernes, 20 de septiembre de 2013

Descubriendo a Kate Atkinson.


Esto me pasa por haceros caso... 
De nuevo, vuestras recomendaciones han dado en el clavo...o han pasado muy cerca.
Este verano me ha dejado una gran cosecha de lecturas gracias a vuestros consejos pero ha habido una escritora que me ha robado el corazón con las obras que menos gustan, precisamente, a la persona que me la dio a conocer.
Cristina reconoce que las novelas de Kate Atkinson dedicadas al detective Jackson Brodie son las que menos le gustan...y a mi, de momento, me pasa al revés. Coincido con ella en todo lo demás, en la alabanza del estilo, en las magníficas pinceladas de humor...pero la estructura "cubo de Rubik" de las novelas detectivescas me tiene enganchada y encantada.

Todo empezó con Esperando noticias porque era el libro que había disponible en la biblioteca del barrio y me tuvo agarrada a su cubierta hasta terminarlo y salir lanzada a por más con la corazonada de que las peripecias de Jackson Brodie iban a satisfacer por completo las mil caras de mi perfil lector.
Si bien la trama estrictamente criminal se diluye en el paisaje, su tratamiento del tiempo y la casuística y el peso soberbio de sus personajes (mucha personalidad y recorrido en pocas y exactas pinceladas) te enganchan de principio a fin y más allá, queriendo saber qué les pasa pero con miedo a perderlos de vista cuando concluya la explicación.
Referencias a Rebeca, Fawlty Towers y a asesinos famosos, ambientación escocesa y un policía que siempre ha preferido Norte y Sur a Cumbres borrascosas porque piensa que "...todo aquel demente corretear por los páramos, identificándose con el paisaje, no era un buen modelo de conducta para una mujer"*...¿quién se resiste?






Tras esta magnífica revelación, quiso el Dios de las bibliotecas que encontrase Juegos de interior y me desinflase la burbuja. Lo siento mucho, pero me pareció aburridísimo hasta irritarme...supongo que porque lo que yo quería era más Brodie.
En este libro los encajes espacio temporales (llevados al extremo) forman parte de una trama de cruces y nudos que desembocan en un final que odio desde mucho antes de que lo usasen en Los Serrano.
No descarto seguir indagando en la obra de Atkinson más allá del detective escocés, pero hasta entonces tendrá que pasar tiempo y olvido.



Ilustración del Croquet humano, juego que, en casa, pronto pasó a llamarse Croqueta humana.


Asumido esto, ya tengo todas las novelas de Jackson Brodie en casa.
Incidentes me ha parecido magistral. Una trama de relojería suiza y un despliegue de comportamiento humano tan extraño como habitual...¿cómo se entiende eso?
La ficción nos parece rebuscada y peregrina hasta que nos toamos de bruces con realidades que superan a la ficción. Y es de estas realidades insuperables que se nutren las páginas de esta novela.
Tráfico de personas, crimen económico, enigmáticos viajes a Rusia, escritores atrapados, matones, prostitutas misteriosas, amas de casa burguesas y el festival de teatro de Edimburgo...inverosímil hasta la verosimilitud. Una experiencia fantástica.

Ahora mismo estoy enfrascada en la primera de estas novelas, Expedientes, y reservo para el final la última editada hasta el momento, Me desperté temprano y saqué al perro. Y disfrutando mucho.
También espero en breve la serie de la BBC dedicada a Brodie, encarnado por los preciosos ojos y la gran presencia de Jason Isaacs, villano platino y Garfio amargado.
Así que Atkinson ha llegado para quedarse...al menos una parte de su obra, curiosamente editada en España por dos editoriales para mi tan alejadas del negro como Circe y Lumen, con sus biografías de señoras importantes y olvidadas y las obras de Virginia Woolf.







lunes, 12 de agosto de 2013

Five Points, Whitechapel


Verano en la ciudad.
Bueno, en las ciudades.
Concretamente en sus barrios menos favorecidos, recién devastados por hechos violentos y patrullados por detectives huraños que han perdido una hija y buscan a su mujer (física o emocionalmente), secundados por un compañero claramente leal y otro un tanto turbio y los impagables conocimientos de un médico pionero en asuntos forenses. 
Todo sin moverse del sofá y con el aire acondicionado a tope gracias a la BBC.
Dos estupendas series policíacas, con magníficos decorados de época, oscuras y super pobladas, a lado y lado del Atlántico: Copper y Ripper Street.
Se parecen, pero no son iguales.


New York, 1864. Inmersa en plena Guerra Civil, la ciudad se recupera, a duras penas de las revueltas y las epidemias de los años anteriores.
El detective Kevin Corcoran  (Tom Weston-Jones) de la comisaría del distrito sexto se mueve como pez en el agua por las tripas de Five Points, acompañado de su amigo Francis Maguire  (Kevin Ryan) y ayudado por el adinerado  Robert Morehouse (Kyle Schmid)  y el doctor Mathew Freeman (Ato Essadoh), desentrañando misterios, buscando al asesino de su hijita y siguiendo la pista de su desaparecida esposa.
Política, guerra, corrupción, bandas,  racismo, prostitución...de todo y más en la Nueva York más hacinada.




A no perderse su  fabuloso blog



Londres, 1889. La ciudad entera aún se estremece con los ecos de los horribles asesinatos de Jack el Destripador. El otoño del terror da paso a un invierno y una primavera hipersensibilizadas y suspicaces. La población ve la sombra del Destripador en cualquier acto violento y la división H de la comisaría de Whitechapel soporta las sacudidas en el ojo del huracán.
En ella, el detective Edmund Reid (Mathew Macfayden, conocido de sobras por estos lares), ayudado por su leal sargento, Bennet Drake ( Jerome Flyn, el impagable Bronn de Juego de Tronos), y el más esquivo  capitán Homer Jackson (Adam Rothenberg) se enfrenta a todo tipo de crímenes entre corrupción y degradación mientras intenta superar la muerte de su hija y prueba a salvar su matrimonio.
Fácil no lo va a tener.








miércoles, 31 de julio de 2013

Elinore Pruitt Stewart; Cartas de una pionera.

La autora.

Gracias a la mesa de novedades viejunas de mi librería de cabecera.
Gracias, muchas gracias, a Hoja de Lata por nacer y ofrecernos este dulce.
Gracias, gracias, gracias a Elinore Pruitt Stewart por escribir esas cartas a la señora Coney, a la que deja en Denver para construirse una nueva vida en las tierras vírgenes de Wyoming.
Una viuda con una niña de 2 años que pasa de lavandera a ranchera con alegría y trabajo a partes iguales, dejando constancia por escrito de sus aventuras...una lectura deliciosa 100 años después de su publicación. Eso es un clásico.






La editorial anuncia que a esta pequeña maravilla le seguirá su continuación, Letters on an Elk Hunt, que espero con impaciencia...estoy deseando saber más cosas de la vida en el rancho de Wyoming, los fabulosos paisajes que lo rodean y, lo que es  aún mejor, de los maravillosos vecinos de los Stewart.
Impagable Zebulon Pike, su Romántica ( si, con R mayúscula) historia y su vida aislada hasta la culinaria llegada de Gavotte, las fantásticas señoras O'Shaughnessy y Loderer, las estrambóticas hermanas Sedalia y Regalia...nada tiene desperdicio.
Cuatro sencillas pinceladas y se plantan ante el lector los más hipnóticos personajes que he encontrado en mucho tiempo, enmarcados por un paisaje que prácticamente puedes oler.
Una lectura más que recomendable para compensar unas vacaciones sin viaje.
Simplemente, espléndida.



Elinor Pruitt Stewart y su esposo (anteriormente, empleador), el señor Stewart




También disponemos de la versión cinematográfica de Elinor, llevada al cine en 1979, Heartland , con Conchata Ferrell dando vida a semejante heroína.

domingo, 14 de julio de 2013

Elogio de la biblioteca y de las recomendaciones de amigos.





Tengo un ritual veraniego por el que siento especial cariño: el día de ir a la biblioteca a mitad de Julio para recoger un buen puñado de libros que no devolveré hasta Septiembre. ¡Es tan maravillosa la sensación de tener dos meses de lectura por delante! No leo ni más ni menos que el resto del año, pero ese instante de volver a casa cargada con dos meses llenos de posibilidades me resulta especialmente mágico.
Además, la biblioteca de mi barrio dispone de un bar y una terraza a la sombra con un paisaje magnífico a nuestros pies que invita a tomarse algo fresquito mientras se revisa la cosecha bibliófila. Esta vez brindo con un té fresquito a la salud de algunas de vuestras recomendaciones.

Cristina nos hablaba hace nada de Kate Atkinson y ya tengo ante mi Esperando noticias.
A su vez, Helena me ponía los dientes largos al descubrirnos a Anne Fediman y, mira tu por dónde, en la biblioteca tenían Ex-libris ("Lleva aquí desde 2003..."- me dijo la bibliotecaria- "...y eres la primera persona que se lo lleva". No me extraña si lo tienen oculto en el 028 de biblioteconomía...).
A Óscar le he hecho caso por partida doble, trayéndome a casa Monuments men ( que ya casi he acabado...es fascinante. Ya estoy esperando la versión cinematográfica que prepara George Clooney) y Cuento de viejas.
A parte de éstos, también se han venido conmigo algunos libros que tenía pendientes.
Autores y obras que no conocía. 
Descubrimientos que hago gracias a vuestros estupendos blogs y al trabajo de mis maravillosos bibliotecarios marsianos.





martes, 25 de junio de 2013

Londres, Dublín, París...


Este verano no hay viaje...físico.
Por suerte, siempre quedan los libros y el cine.
Aunque parece que el cine este verano me va a pasear por el espacio exterior más que por cualquier otro sitio, con la lectura vuelvo y revuelvo lugares conocidos o por visitar.
Los últimos libros que han pasado por mis manos me han transportado a ciudades que conozco y a tiempos pasados, paseando por el tiempo y el espacio. Un lujo.
Empezó este trayecto en el Londres de la II Guerra Mundial, de la mano de la joven Margaret Streggles, protagonista de Westwood. Una joven que no acaba de encajar en ninguna parte, que se zarandea entre el amor y el arte, necesitada de admiración tanto como de admirar, que apenas empieza a encarrilar sus pasos hacia el final del libro. Lástima que sea demasiado mayor para tener 16 años y otorgar su fidelidad más ciega a los personajes equivocados, apenas unas sombras huecas rellenadas por su propia imaginación.

Un libro calmo para leer con calma, ideal para siestas a la sombra de un árbol.




Middlesex, London, Hampstead Heath, Church Row



Para leer por la noche, El delator, un paseo por entre las brumas del Dublín posterior a la guerra civil irlandesa, plagada de lucha clandestina, traición...y perdedores. Uno especialmente robusto es Gypo Nolan, un ser no muy espabilado que pasea su miseria a lo largo de su último día de vida tras haber traicionado a su compiche y amigo a la policía a cambio de 20 monedas. 
Judas y Leopold Bloom bajo un gorrito destartalado.



Fotograma de la adaptación cinematográfica de El delator llevada a cabo por John Ford en 1935, con Victor McLaglen  dando vida a Gypo Nolan.




Ya de madrugada nos reciben los muelles del Sena y las sombras de la Ville Lumière.
En Calle de los maleficios, Jacques Yonnet  (personaje al que seguiré la pista) nos cuenta entre susurros y copas los secretos de París. 
Mientras la presencia nazi es más que evidente, la presencia de la magia y el milagro es mucho más sutil...piedras y edificios que esconden tanto  poder como miseria, tanta grandeza como misterio. Personajes inolvidables que se entrecruzan en la Rive Gauche entre traperos, camareros y flâneurs mientras trapichean con sus negocios, sus amistades o las transmisiones de la resistencia.
Un libro maravilloso en toda la extensión del término.


Robert Doisneau. Créatures de Rêves, 1952



Aquí os dejo una pequeña introducción a la edición ilustrada de Libretto. Una joyita.








Liam O'Flaherty; El delator.
Barcelona, Libros del Asteroide, 2007.
Traducción: Gabriela Bustelo
978-84-935448-8-1

Stella Gibbons; Westwood.
Madrid, Impedimenta, 2012.
Traducción: Laura Naranjo y Carmen Torres García
978-84-15130-21-5

Jacques Yonnet; Calle de los maleficios. Crónica secreta de París.
Barcelona, Sajalín editores, 2010
Traducción: Julia Alquézar Solsona.
978-84-937413-8-9

jueves, 13 de junio de 2013

Novedades antiguas: las escritoras copan la mesa de novedades.






Muchos de los que pululamos por aquí estamos encantados con el número 100 de Impedimenta, hecho evidente y celebrado en mi librería de cabecera.
A esta editorial debo dos de las novedades que más me han apetecido estos días: La segunda vida de Viola Wither de Stella Gibbons (autora de las peripecias de la hija de Robert Post)  e Inocencia de Penelope Fitgerald ( cuya La librería goza de opiniones diversas entre los usuarios de La Sartén Littéraire), motivos más que apetitosos para dejarse la paga de verano en caso de tenerla.
A ellas se une un nuevo Willa Cather, Uno de los nuestros, una de mis escritoras favoritas.
De momento, el que si se ha venido a casa es Cartas de una pionera de Elinore Pruitt Stewart, una joven viuda que en 1909 hizo el petate, cogió a su hija pequeña y se dirigió a las agrestes montañas de Wyoming.
Ahora, la flamante Hoja de Lata , en su segunda publicación, nos trae algunas de sus cartas, un testimonio fabuloso de sus peripecias vitales.
Curiosamente, esta edición se acabó de imprimir el 20 de mayo de 2013, siglo  y medio después de que el congreso de los Estados Unidos de América aprobara la norma que permitió a su protagonista convertirse en hacendada... curiosidades que no tienen precio.
De momento, espera su momento ( que a buen seguro no tardará en llegar). En cuanto lo lea, os cuento.




miércoles, 8 de mayo de 2013

Telas brontianas...



Desconozco el origen de este logo y de esta tienda.
Sólo sé que es una fabulosa tienda de tejidos on line, Hawthorne Threads, con más que connotaciones brontianas...o la montó alguien con un abuelo originario del lugar, o que le gustaba como sonaba o yo qué sé...
El caso es que no podía dejar de compartirlo con vosotros.

martes, 23 de abril de 2013

El mejor Sant Jordi:; en casa leyendo.




Si me acerco a un cúmulo de paradas se me dispara el bolsillo y compro sin ton ni son.
Así que hace días que ya tengo todo el Sant Jordi comprado y puedo dedicar el día a leer.
Oh,si.



Los cuadros, de izquierda a derecha y de arriba a abajo:
Woman Reading de Alenxander Deyneka.
Woman Reading de Henri Labasque.
Woman Reading de Will Barnet,
Woman Reading de Matisse.
A Quiet Half Hour de Lionel Charles Henley.


Todos se devanaron los sesos poniendo títulos ocurrentes a sus trabajos.

lunes, 15 de abril de 2013

Low Cost: librería para re-lectores.





Este año la celebración de Jant Jordi es un jubileo.
Si el otro día pasaba por mis habituales librerías de cabecera, hoy añado una nueva a esa placentera y peligrosa lista: Re-read. librería Low Cost.


Situada en la calle Rosselló entre Aribau y Muntaner ( del lado mar), Re-read ofrece libros de segunda mano en castellano, catalán, inglés y francés a 3€ el libro, 5 € por 2 libros o 10 € la decena. ¡¡Un chollo!!









A mi me han robado el corazón las secciones de literatura juvenil y best-sellers de los 60 y los 70. ¡Ay! Aquellos libros que regalaba La Caixa como Clochemerle, La gangrena, Las ninfas...
Como los bancos ya no dan más que disgustos, date una alegría y pásate por Low Cost.
Yo ya me he regalado un par de magníficos ejemplares.





¡Ah! y también compran esos libros con los que no sabemos qué hacer...ofrecen 20 céntimos por libro. No es gran cosa, pero si tienes miles de ejemplares obsoletos...



jueves, 11 de abril de 2013

Sant Jordi a la vuelta de la esquina...


Ya han llegado En el piso de abajo de Margaret Powell y Malvados de John Connolly, pero esto no ha hecho más que empezar...
las librerías entran en ebullición.
Y yo este año no hago lista...hago fotos con el móvil. Tecnología puntera al servicio del capricho lector.
Como siempre, Asteroide, Periférica, Contraseña e Impedimenta me hacen la boca agua.










sábado, 30 de marzo de 2013

La bella y la Bestia, 1987.




Es el signo de los tiempos.
A un pobre muchacho le pones una cicatriz que le cruce la cara y ya tenemos una Bestia para  las adolescentes de 2012.
En mis tiempos tenía que tener, por lo menos, la pinta de un león de 2 metros con la melena de David Coverdale y ser fan de Dickens.






Éramos apenas unos adolescentes cuando la recién estrenada TV3 emitió Beauty and the Beast en descabellado horario de sobremesa...todo un motivo para faltar a clase y sumergirse en los mágicos túneles de la ciudad de Nueva York.
Vincent era una criatura extraordinaria, un cachito de pan felino al que nunca le vi la pega...creo que sin él mi gusto por lo bizarro y mi particular concepto de la belleza no sería el que es. Porque, si, era un poco peludo y tenía garras, pero llevaba una ropa chulísima y vivía en una especie de paraíso del Arts & Crafts subterráneo.
Katherine era un encanto de niña pija que supo ver más allá de su vida acomodada y pasar a ayudar al fiscal de la por entonces bastante peligrosa urbe al tiempo que se enamoraba perdidamente de su ángel guardián super furry.
La serie duró apenas tres temporadas, con huida de Linda Hamilton al tercer año, pero fue suficiente para dejar tras de si legiones de seguidores ( me he quedado de piedra al encontrar esta página) y degustadores de cierto tipo de fantástico Romántico que siempre la recordarían con cariño.
Después vimos Buffy caza vampiros, Sobrenatural, True Blood...pero en el principio fue La Bella y la Bestia, con toda su ñoñez y su inocencia, con sus carencias argumentales y sus efectos especiales analógicos, con su encanto y su belleza.






It was the best of times, it was the worst of times, it was the age of wisdom, it was the age of foolishness, it was the epoch of belief, it was the epoch of incredulity, it was the season of Light, it was the season of Darkness, it was the spring of hope, it was the winter of despair, we had everything before us, we had nothing before us, we were all going direct to heaven, we were all going direct the other way - in short, the period was so far like the present period, that some of its noisiest authorities insisted on its being received, for good or for evil, in the superlative degree of comparison only.

Charles Dickens, A Tale of Two Cities

miércoles, 27 de febrero de 2013

¡Llama a la comadrona!






No soy madre. Ni lo voy a ser.
Pero soy hija y hermana y, últimamente, esta condición me absorbe demasiadas horas y casi toda mi energía.
Fluyo de una situación difícil a otra hilarante desgastándome en cada bandazo mientras crecen mi dificultad y mi necesidad de serenarme, de aislarme, de divertirme...
He pasado unos días mentales en Cranford, paraíso curativo donde los haya y quizá en unos días me instale en  Bath, pero ahora mismo me cuesta mucho salir del modesto barrio londinense de Poplar, donde ejercen su hermosa profesión las comadronas de la Casa de San Ramón Nonato.
Es un rincón pobre, portuario, con marcadas cicatrices de una guerra aún no muy lejana donde nacen niños de un modo que hoy nos parecería tan inclemente como anticuado. Pero también es un lugar hermoso tanto en libro como en DVD.





Hace un tiempo empecé a oír hablar de la serie que, producida por la BBC, llamó enseguida mi atención.
Y no hace tanto, encontré el libro entre las novedades de mi librería de cabecera, aprovechando con su portada el tirón de su adaptación televisiva. Por supuesto, no me resistí.
El texto explica la experiencia de su autora, Jennifer Worth, cuando es enviada a Poplar a realizar sus prácticas de comadrona y lo que allí se encuentra.
De un modo sencillo y directo, a veces incluso con datos y un tono ensayístico ligero, Worth nos adentra en un mundo poco o nada conocido por muchos de nosotros.
Son historias de madres, pero también de esposas, de hijos, de supervivencia y de muerte, de desaliento y alegrías.
De un modo nada mojigato nos colamos en la vida de parturientas y parteras, donde cabe un universo de circunstancias y sentimientos. Donde hay sitio para todos los tipos de amor y sacrificio, de dolor y alivio, soledad y compañerismo.  La fe, la esperanza y la caridad se convierten en virtudes tan laicas como religiosas y la religión recupera unos tintes que en estos días de dimisiones papales nos queda un poco lejos.
Sus personajes están todos tan vivos que incluso unos días más tarde tengo la sensación de haberme encontrado con ellos en las populosas calles del barrio, de haber hablado, de haber compartido con ellos.
La serie, una cuidada producción ya disponible en castellano, tiene la dignidad de no mostrarse gazmoña y de no edulcorar las situaciones más dulces a pesar de lo fácil que sería romper el delicado equilibrio del texto original.
Cada detalle es justo y necesario.
Y para mi han sido un bálsamo.








Jennifer Worth. ¡Llama a la comadrona!
Lumen. 10/2012
ISBN: 9788426421210
464 p.

miércoles, 23 de enero de 2013

Vandalismo libresco.


O qué hacer con tus libros cuando ya no caben en casa.





En casa, la Navidad suele anunciarse con un deseo irrefrenable de ordenar y limpiar la habitación de los libros.
Es un momento perfecto para dejarlos como nuevos, deshacerse de aquellos volúmenes que ya sabes que no volverás a mirar y conseguir algo de espacio para los que se esperan.
Eso si, por malo que me pareciese cualquiera de ellos, no tengo corazón para tirarlos a la basura o al contenedor azul...los libros han de pasar por manos y ojos hasta deshacerse aunque sean volúmenes de poco valor material.
Antes los llevaba a bibliotecas y salas de lectura, pero se han vuelto muy selectivos y sólo aceptan documentos en relacionados con la colección local o el fondo especializado de  cada sede.
Comentándolo con unas amigas, me di cuenta de que muchas están muy descolocadas...la negativa de las bibliotecas las ha confundido lo suficiente como para caer en el vandalismo libresco.
Algunas los van introduciendo en pequeñas dosis en los buzones de devolución de las bibliotecas tiquis miquis. Otras los liberan en bancos del parque...¡hay incluso quien ha llegado a arrojarlos por encima de la valla de un colegio!

Tranquilas, almas inquietas. Ahora mismo os doy una lista de lugares  ( en Barcelona) en los que vuestros libros desechados serán muy bien recibidos. 






C/ Astúries, 44.
También aceptan películas, vinilos, CD's y lo que se tercie. También es un lugar fabuloso para comprar productos de 2ª mano. Es como la cueva de Aladino pero regentada por las Teresines.

C/ Sant Màrius, 53
902 360 987

(ediciones a partir de 1997. No llevéis los incunables. yo tampoco llevaría novelas policiacas)
932 140 172








Si no, siempre podéis hacer crecer vuestras propias setas en libros viejos. Si, si, como lo leeis Aquí.
O hacerles un recorte interno y secreto para guardar la petaca.
O convertirlos en bolsos como hacen en Novel Creations.






viernes, 4 de enero de 2013

Reto personal: lecturas para el 2013.


Supongo que todos tenemos algún libro que sabemos que NO vamos a leer jamás ( manías personales, antipatías creadas... por lo que sea) y otros ( los más) que no podemos creer que aún no hayamos leído.
Yo tengo bastantes de ambos, pero como quiero disfrutar del 2013 me voy a centrar en saldar algunas deudas y llenar algunos huecos en mi universo literario.


Así que habrá que lanzarse a por El molino del Floss.
De George Eliot sólo he leído Silas Maner y me gustó bastante...así que realmente no sé porqué no la he leído más.







Otro que también tiene muchos puntos es Tristram Shandy de Laurence Sterne.
He oído hablar tanto y tan bien de él y suelo moverme tan poco por el siglo XVIII que hay mucha desidia que subsanar.







El caso de Proust es curioso porque siempre ha estado en la lista de libros que NO iba a leer...pero últimamente, A la sombra de las muchachas en flor está abriéndose paso entre mis rechazos gratuitos y hasta me está picando la curiosidad en un grado considerable. Será que me hago mayor...






Por lo demás...¿quién sabe? Tengo deudas pendientes con Ursula K. Le Guin,, Lord TennysonJonathan Franzen o David Foster Wallace... y sólo de pensar que hubo un tiempo en que no había leído a John Irving, a Fred Vargas o, más recientemente, a Alice Munro me entran escalofríos analfabetos.

Feliz 2013, prósperas lecturas y maravillosos descubrimientos para todos.