Hemos creado al hombre de barro, de arcilla moldeable
Antes, del fuego ardiente habíamos creado a los genios.
Este es un libro fabuloso en toda la
extensión de la palabra. Por un lado, se sumerge en la ficción
mitológica para moldear sus protagonistas; por otro, crea esa ficción para disimular una verdad.
Los viajeros de la noche
nos adentra en la experiencia vital de unos seres extraordinarios que
se ven sometidos a sentimientos ordinarios... porque supongo no hace falta ser
una criatura fabulosa para sentirse solo, confuso o perdido, porque
las personas nos resultamos extrañas las unas a las otras,
incomprensibles o incomprensivas o ambas cosas a la vez sin necesidad
de rasgos mágicos. A las personas nos separan tradiciones
culturales, complejidades globales o sencillos sentimientos
individuales...justo las mismas cosas que, paradójicamente, nos
unen.
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Emigrantes en Ellis Island |
Así, el hecho de que los principales
protagonistas de esta historia provengan de la Europa de tradición
judía o del oriente de tradiciones cristiana o musulmana, o la
casualidad de que la una sea una criatura de barro creada para
obedecer y el otro un espíritu de fuego de acérrima individualidad,
pasa de ser , verbigracia de Helene Wecker, un detalle accesorio en
una trama de evolución personal, de conocimiento y de
reconocimiento. Y gran parte de esta magia se debe al gran acierto de
su localización: el Nueva York del siglo XIX, tierra de
oportunidades, crisol de culturas, que ofrece una oportunidad única
de dejar atrás el pasado, cambiar de nombre y cambiar por completo
de vida...o una solución de continuidad, de integrarse en un barrio
habitado y vivido exclusivamente por compatriotas de costumbres
arraigadas porque un cambio geográfico no tiene por qué serlo
también cultural por más kilómetros que se recorran. Un cruce de
caminos que empequeñece el mundo, centra nuestra mirada y nos aleja
del pasado y el futuro hasta distancias insospechadas... Y es en
esta compleja ciudad donde el destino quiere que se encuentren un
golem y un genio.
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La fuente de Bethesta, El ángel de las aguas, uno de los preciosos escenarios de la novela. |
Un golem es una criatura de la
mitología talmúdica, aparentemente sin sexo pero generalmente
construida a imagen y semejanza del hombre por un rabino o un sabio
quien, al igual que Dios crease a Adán, lo moldea en arcilla y le
insufla vida por medio de la palabra. Esta palabra suele escribirse
en un papel o en la frente del mismo golem, de donde se borra una
letra para transformar la orden “vida” en “muerte”. Su
creación responde a la necesidad de protección de un individuo o
pueblo, por lo que son criaturas tan obedientes como peligrosas.
Pero en esta novela, la creación del
golem sobrepasa el utilitarismo o la necesidad de fuerza bruta
porque, a la hora de definir el que será el carácter de la
criatura, el demandante recuerda el amor que sentía por una hermana
pequeña ya desaparecida y solicita aquello que más admiraba en la
niña: curiosidad e inteligencia y una compostura que la convierta en
la perfecta esposa de un caballero. Obediente será por
naturaleza...pero además será una criatura inquisitiva, modesta y
educada...para su desgracia ¿o no sabemos qué le ocurrió,
prácticamente por lo mismo, a la criatura a la que dio vida el
Doctor Frankestein?. Dotar a una criatura de intelecto y abandonarla
después a su suerte no suele acabar bien... Afortunadamente, nuestra
protagonista conoció a su amo el tiempo suficiente para darse cuenta
que no se quedó sola por miedo o incapacidad de su creador,
ahorrándose el arraigo del rencor que tan malos sentimientos provocó
en la criatura ideada por Mary Shelley.
Nuestra Golem ( que recién llegada a
América recibe el nombre de Chava, sin haber pasado por las
incomprensiones lingüísticas y fonéticas tan habituales en Ellis
Island) tiene la suerte de empezar de cero, sin conocimiento previo
de la cultura que la creó, sin condicionantes importados y con la inusual ventaja añadida de poseer el papel que puede quitarle la vida. El genio,
bautizado como Ahmad, no tiene, en cambio, un periodo de adaptación,
un conocimiento paulatino: despierta en medio de un lugar extraño,
entre desconocidos, sin conciencia de cómo o porqué ha llegado
allí, cuando el estaba encantado con su vida dedicada al placer.
Los genios, en la tradición islámica,
son la tercera creación de Dios, tras los hombres y los ángeles,
creados de fuego sin humo y dotados de libre albedrío. En algunas
zonas son más o menos taimados o esquivos, pero acostumbran a ser
criaturas sin arraigo ni más preocupación que satisfacer sus
necesidades más nimias...Así, que la suerte está echada cuando la
casualidad une a estos dos seres perdidos y confusos, ambos
insuflados del hábito divido pero imbuidos de las dudas y
preocupaciones humanas, la necesidad de mantenerse ocupados y de
ganarse la vida, de desarrollar sus capacidades y de labrarse una
existencia, ayudándose el uno al otro, complementándose y
atemperando sus características.
La novela entrecruza con eficiente
soltura las experiencias vitales de nuestros protagonistas, pero
también de todos aquellos que más o menos directamente han tenido
que ver con el desarrollo de sus circunstancias o que tendrán que
ver son su resolución. Amigos y enemigos aparecerán y llevarán a
cabo su parte en este maravilloso drama de autoconocimiento. Los
personajes participarán en la densidad de una trama tejida con
soltura gracias a pequeños hilos de revelaciones, envolviendo al
lector para que cada vez se le haga más difícil el hecho de tener
que abandonar la lectura porque queremos compartir con ellos el miedo
a morir o a hacer daño, a sufrir o a sentirnos solos. Queremos
acompañarlos en sus momentos de duda, conocer sus historias y deseos
más íntimos, verlos sonreír, verlos sanar.
¿Es este, entonces, un libro
fantástico? No tanto por atenernos a la naturaleza de sus
protagonistas, si no por resultar una creación magnífica, no tanto
en su acepción extraordinaria como en su capacidad de maravillarnos
con su alma sencilla.
El Golem de Paul Wegener. Precioso acercamiento a la leyenda del Golem de Praga realizada en 1920
Helene Wecker, Los viajeros de la
noche.
Tusquets Editores.
Barcelona, 2014.
ISBN:
978-84-8383-930-0
512
p.
Traducción
de Isabel Margelí.