Translate

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El vampiro de Chessex y nada de ñoñería.




Erzébet Báthory, la Condesa sangrienta.


A pesar de una gran parte de mi biblioteca y gran parte de mis fantasías estén compuestas por literatura escrita por mujeres, debo protestar: desde que las historias de vampiros pasaron a manos de las escritoras paso más vergüenza ajena que miedo.

Todo empezó con Anne Rice que, como empezó con las Crónicas Vampíricas ya muy mayor, al segundo volumen chocheaba y para el último se la comía la demencia.
En 1993 apareció la Anita Blake de Laurell K. Hamilton que, avezada cazadora de vampiros y “levantadora” de muertos anunciaba una vuelta a los cauces del género. Aún con amoríos y dependencias, la serie elevaba el listón lo suficiente como para lanzarse a Amazon, pero la tregua duró poco.

Con Sherrilyn Kenyon y sus Cazadores Oscuros llegó el Bochorno con mayúsculas. “Los placeres de la Noche” era una novelucha semi-erótica mal disimulada que, ni ambientándola en New Orleáns tenía nada que ofrecer. Por desgracia, editada en 2002, marcó la pauta de la producción vampírica de los últimos años, en la que los vampiros son unos macizos tremendos, perdidos en una solitaria existencia hasta que aparece ELLA, generalmente una protagonista anodina, que sencillamente lo domestica a cambio de llevarla a placenteros extremos hasta entonces desconocidos.

Siguiendo esta línea softcore , Stephenie Meyer se desmarca en 2005 con una plurilogía vampírico-licántropa en que la niña más insignificante de la escuela se enamora de un vampiro eternamente adolescente. Supongo que estas escritoras deben pensar ( y aciertan, según sus cifras de ventas ) que sus lectoras son todas y cada una de las chicas insignificantes de su escuela...o vampiros con ganas de reírse.

Gracias a Dios, de vez en cuando aparece un libro que devuelve el escalofrío a lo más hondo del tuétano: Valentine Penrose publicaba en 1966 La Comtesse Sanglante, recuperada por Siruela en 1996 y 2001 ( año en que me hice con él) como La Condesa Sangrienta. A partir de los datos recopilados sobre la Condesa Báthory, Penrose edifica una pesadilla oscura, dolorosa, donde no hay espacio para romances y donde las insignificancias humanas no tienen lugar.

¿Y a qué viene ahora unos libros tan lejanos ya en el tiempo? Primero, porque un libro bueno se crece con las malas lecturas y segundo, porque acabo de leer El Vampiro de Ropraz, de Jacques Chessex, el libro sobre vampiros que más me ha impactado desde aquella lejana condesa.
Y es que esta pequeña narración encierra en sus escasas 90 páginas un pequeño muestrario de malestares como hacía mucho que no leía. Y, lo peor de todo es que, lo que más miedo da, es el ser humano.

No hay capas, ni castillos, ni placeres, sólo ignorancia, desconfianza y sospecha.

Espero que alguna escritora recurra a él como inspiración.

Valentine Penrose; La condesa sangrienta.
( La Comtesse sanglante, trad. de Mª Teresa Gallego y mª Isabel Reverte)
Madrid: Ediciones Siruela, 2001. 266 p.
Jacques Chessex; El vampiro de Ropraz.
( Le Vampire de Ropraz, trad. de jaime Zulaika ).
Barcelona: Anagrama, 2008. 91 p.

6 comentarios:

Insonrible dijo...

Muy ilustrativa esta crónica sobre novelas de vampiros "du côté des femmes". No sé nada sobre eso. Ahora un poco más. ¡Gracias, señora!.

Samedimanche dijo...

Ya veo que hay trabajo...

La Abutrí de Getafe dijo...

Yo ya tengo una vampira todos los lunes,¡la que esnifa laca!.

Pero bueno lo tendré presente,los vampiros siempre me gustarón.

roberta dijo...

Bueno, este mes me arruino seguro... otro más para la mesilla!!
Gracias por la recomendación.

Samedimanche dijo...

Roberta, yo te lo prestaría, pero estás muy lejos! ;D

roberta dijo...

Samedimanche... ¡gracias por el ofrecimiento!... creo que lo voy a pedir por Reyes!