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miércoles, 22 de julio de 2009

Los peligros de la admiración contemporánea.

Los admiradores de artistas muertos sabemos que, salvo en extraordinarias ocasiones, jamás disfrutaremos de más obra que de la que hay. No hay más libros de Dickens, no hay más discos de Elvis.



Aún hoy, cuando el saqueo de los trasteros de los difuntos es un hecho habitual, sabemos que a pesar de las remasterizaciones, los cuadernos de notas, las maquetas o los bocetos, no hay más leña que la que arde.
Pero muchos fans de Michael Jackson no saben nada de todo esto y por eso debe ser que anden suicidándose por ahí, porque en el universo bombardero de imágenes en el que vivimos ya no aparecerán nuevas imágenes del ídolo, no habrá nuevos discos, ni videos, ni excentricidades...
Espero que sea por esto y no por pena, porque cuando realmente despertaba Michael nuestra conmiseración - si lo ha hecho - fue en vida.
No me valen los argumentos del tipo "es que lo pasó tan mal": el mundo está lleno de gente que lo pasa fatal y ni nos inmutamos. El argumento de que era un gran artista ( me guste o no), al fin y al cabo me daría la razón.
Acicatados a vivir el presente, aún concebimos el futuro como una prolongación de éste, como un cúmulo de posibilidades que, sin embargo, el pasado erradica para siempre.
Para el fan, para el admirador, el pasado es garantía de futuro mientras el artista sigua vivo. Cuando éste desaparece, sólo queda un futuro vacío, un presente inestable y un pasado omnisciente. Un panorama muy poco alagüeño para el alma moderna.

9 comentarios:

Noelia dijo...

Siempre quedará el recuerdo, el momento vivido y compartido con aquel que idolatras o al que admiras. La emoción que sentiste cuando leiste ese libro por primera vez, o en mi caso, aquel cuadro que pintó y siempre se te quedará grabado. Yo quisiera más obras de algunos de mis pintores favoritos, pero aún sabiendo que no habrás más, los tengo en tan alta estima, que son como parte de mi y no necesito que me deslumbren obras nuevas, cada día descubro algo nuevo en las ya conocidas. Es como estar, de veras, enamorada. Cada día es una aventura, ya te guste un actor, un pintor o un cantante. Forma ya parte de ti.

La Abutrí de Getafe dijo...

Amén.

Julián Rodríguez dijo...

Hay mucha chalada por el mundo! Mira que suicidarse por Jacko! A los artistas que te gustan hay que guardarlos en el recuerdo y degustar sus obras y lo que les hacía únicos. Todo lo demás son chaladuras de fan. Palabrita de un fan fatal

Samedimanche dijo...

Me gustan vuestros comentarios...os veo equilibrados.

Anónimo dijo...

Es que eso de suicidarse por un músico...el otro día me acordaba de la pobre adolescente que se suicidó porque se separaron los Take That, si pudiera verse desde el cielo, se daría una vergüenza ajena a sí misma...

MARIKO dijo...

Hay una ventaja en todo esto: y es que, por ejemplo, Dickens jamás nos decepcionará con una mala novela...

Estupendo el blog, un saludo.

Toronto dijo...

El fan, qué peligro! Que los hay muy locos, eh! Más de un ídolatrado agobiado preferirá que algunos fans se suiciden mientras ellos todavía estén vivos... Y respecto a lo que dice Mariko, cuidado con los herederos, porteros y alrededores! Siempre están a punto para sacar de un cajón aquella novela mala que el propio autor tiró a la basura, escondió pero no destruyó!... todo pensando en el fan, que la compra seguro!

Cristina dijo...

Interesante reflexión, y me ha gustado mucho el comentario de telericatarta. Más que nada porque yo era fan de Take That y aunque en su momento lo de lo los suicidios ya me pareció una exageración, hace poco pensé lo mismo, en lo absurdo y lo inútil del asunto. Y además es que se ha perdido la "reunificación" ;)

Samedimanche dijo...

Bienvenidas y gracias, Noelia y Mariko.
Coincido con el matiz Torontil...hay fans para hecharles un misto.