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domingo, 20 de diciembre de 2009

Navidades en Maelstrom: Capítulo III



CAPÍTULO III. TOMANDO LAS AGUAS

A la mañana siguiente, la Condesa y sus invitados acudieron a las muy reputadas instalaciones del Balneario de B… donde un escandaloso corrillo les recibió.

- ¿Pero qué pasa? ¿Qué es este tumulto? ¿Alguien de la realeza? ¡Viva Su Majestad la Reina!

Aunque el ímpetu del Vizconde fuese desencaminado, sirvió para que lo sacaran de su error y saciasen la curiosidad de la camarilla.

- No, hombre, no. No es la Reina…

- ¿Ni siquiera el Príncipe?

Se traba de la Baronesa de la Rosa, habitualmente escondida tras el misterioso y exótico alias literario de Mariko. Sus escandalosos relatos tenían a todo el país dividido entre los que reconocían leer abiertamente sus obras y aquellos que lo ocultaban con mayor o menor éxito.

- Bueno, bueno. Escandalosa… - apuntó Madame d’Abutrí.

- ¡Para usted nada es escandaloso, querida! – Gorjeó, encantado el Vizconde.- ¡Señoras, vayamos a saludarla! ¡Qué vestido tan precioso!

- Bueno, bueno. Precioso tampoco. – Sir Julian ya estaba necesitando fumar su pipa. Suerte de su inseparable Anthony y de su infinita capacidad para lidiar con las excentricidades de Bell.

Las aguas de B… eran conocidas por sus milagrosos resultados en el tratamiento de enfermedades reumáticas y, curiosamente, de las histerias.

- ¡Qué lástima! ¡Qué cara de enfermito tiene todo el mundo! ¡Menos aquella dama, que lo que tiene es cara de loca! ¡Oh, qué guapo aquel joven, tan pálido!

Tras una serie de copas de aguas sulfurosas y un infructuoso intento por parte de Lady Powerful de tasar la propiedad, pasaron al comedor. A pesar de su sobredecorada apariencia, el establecimiento ofrecía tan sólo viandas de reconocido valor alimenticio y escaso condimento. Por suerte, el Salón de Té de la señorita Mary estaba justo al otro lado de la plaza. Huidos como posesos y duramente criticados por Lady Robinson, ferviente seguidora de las más modernas teorías sobre frugalidad y salud, se instalaron cómodamente en sus delicadas butacas tapizadas.






En el salón, coincidieron y compartieron el té, los sándwiches, las galletas y los pasteles con Lady Emily, Lady Tanakil (muy ocupada ahora con su casa de acogida para gatos y su Salón literario ) y la hija de Lady Audrey y por ellas supieron también que otra de sus conocidas, la señora Luciana, se encontraba atendiendo sus intereses al otro lado del globo.

A su salida, considerablemente más satisfechos y sonrosados, prácticamente arrollaron una aristocrática figura.

- ¡Condesa Samedí! ¡La hacía en Maelstrom!

- ¡Mi querida Lady Snow! No sabía que se encontrase en B…Por favor, cene esta noche con nosotros.

-¡De ninguna manera! ¡Ustedes serán mis invitados! Y no acepto una negativa.

- Por supuesto, por supuesto… y dígame, querida, ¿ha leído algo interesante últimamente?

3 comentarios:

Toronto dijo...

De verdad, Condesa, me deja usted sin palabras... esto es una maravilla!

La Abutrí de Getafe dijo...

Realmente fantástico P.
Qué gozo dá leerle.

María dijo...

Feliz Navidad!!! Qué pases unas fiestas tranquilas, con lecturas variadas,...y todo aquello que haga sonreir tu corazón.
Un abrazo,
María.