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miércoles, 27 de febrero de 2013

¡Llama a la comadrona!






No soy madre. Ni lo voy a ser.
Pero soy hija y hermana y, últimamente, esta condición me absorbe demasiadas horas y casi toda mi energía.
Fluyo de una situación difícil a otra hilarante desgastándome en cada bandazo mientras crecen mi dificultad y mi necesidad de serenarme, de aislarme, de divertirme...
He pasado unos días mentales en Cranford, paraíso curativo donde los haya y quizá en unos días me instale en  Bath, pero ahora mismo me cuesta mucho salir del modesto barrio londinense de Poplar, donde ejercen su hermosa profesión las comadronas de la Casa de San Ramón Nonato.
Es un rincón pobre, portuario, con marcadas cicatrices de una guerra aún no muy lejana donde nacen niños de un modo que hoy nos parecería tan inclemente como anticuado. Pero también es un lugar hermoso tanto en libro como en DVD.





Hace un tiempo empecé a oír hablar de la serie que, producida por la BBC, llamó enseguida mi atención.
Y no hace tanto, encontré el libro entre las novedades de mi librería de cabecera, aprovechando con su portada el tirón de su adaptación televisiva. Por supuesto, no me resistí.
El texto explica la experiencia de su autora, Jennifer Worth, cuando es enviada a Poplar a realizar sus prácticas de comadrona y lo que allí se encuentra.
De un modo sencillo y directo, a veces incluso con datos y un tono ensayístico ligero, Worth nos adentra en un mundo poco o nada conocido por muchos de nosotros.
Son historias de madres, pero también de esposas, de hijos, de supervivencia y de muerte, de desaliento y alegrías.
De un modo nada mojigato nos colamos en la vida de parturientas y parteras, donde cabe un universo de circunstancias y sentimientos. Donde hay sitio para todos los tipos de amor y sacrificio, de dolor y alivio, soledad y compañerismo.  La fe, la esperanza y la caridad se convierten en virtudes tan laicas como religiosas y la religión recupera unos tintes que en estos días de dimisiones papales nos queda un poco lejos.
Sus personajes están todos tan vivos que incluso unos días más tarde tengo la sensación de haberme encontrado con ellos en las populosas calles del barrio, de haber hablado, de haber compartido con ellos.
La serie, una cuidada producción ya disponible en castellano, tiene la dignidad de no mostrarse gazmoña y de no edulcorar las situaciones más dulces a pesar de lo fácil que sería romper el delicado equilibrio del texto original.
Cada detalle es justo y necesario.
Y para mi han sido un bálsamo.








Jennifer Worth. ¡Llama a la comadrona!
Lumen. 10/2012
ISBN: 9788426421210
464 p.

6 comentarios:

Noelia dijo...

Tengo el libro pendiente en mi estantería y la serie...¡Guau! Es maravillosa...
Yo soy tía y eso...ya es mucho, je, je...
Un hermosa serie ...ya te diré cuando lea el libro...¡Seguro que me encanta y le hago un post tan bonito como el tuyo! ^_^

Samedimanche dijo...

Noelia...seguro que te inspira y te sale un post mejor que el mio, jajaja... Y, ojo, que ser tía tiene lo suyo.

littleEmily dijo...

Te hemos echado mucho de menos por aquí. Y que sepas que esta entrada ha sido definitiva (esto y encontrarme la serie ayer en ese lugar donde la primavera está a punto de empezar), ya me he puesto con ella...
Yo de momento me quedo con los puestos de hija y hermana, el primero es duro como él solo.

Samedimanche dijo...

Te va a encantar, little Emily!!

Oscar dijo...

Eso es comenzar un post con una declaración de intenciones y lo demás es tontería...
Yo comencé la serie con pasión y aunque he de reconocer que en capítulos sucesivos perdió algo de fuelle para mi gusto, el nivel es el usual de la BBC (estratosférico). Tanto me gustó que compré el libro, que, he de reconocer, no he leído aun.
Saludos.

Cristina dijo...

Grandísima entrada. Creo que es de las pocas y muy felices ocasiones en que la serie (tengo pendiente de ver la segunda temporada) y el libro coinciden en calidad y sintonía.