Translate

viernes, 8 de junio de 2007

La mano muy suelta 1

Cuando me desperté el diablo me estaba mirando desde los pies de la cama con los ojos de mi buen Casper, aunque se notase a la legua que no se trataba de mi perro. Por lo visto, tanto le daba.
Pasé junto a él procurando no molestarle mientras me ponía la bata y entraba en el cuarto de baño. El espejo me confirmó que al menos yo seguía siendo yo y conservaba mi aspecto habitual.
procurando minimizar los posibles daños que la diabólica presencia pudiese causar a mi alrededor o en mi mismo, decidí acudir a la sabiduría popular y mantenerme ocupado desde aquel mismísimo instante: el diablo no encontraría trabajo para las manos ociosas. Al menos, no para las mías.
Sebastian fue el primero en asombrarse cuando me vio bajar a desayunar sin que le hubiese llamado para ayudarme en mi toilette.Estoy seguro de haber visto en sus ojos un relámpago demoniaco.
La señora Owl fue el siguiente huésped de la infernal presencia. El diabólico debió colársele por la boca, que mantuvo abierta durante todo el desayuno, desde que me lo serví por mí mismo hasta que me levanté para recoger el servicio y no perdió detalle desde aquellos ojos desorbitados que me observaban desde el buffet.
Su siguiente salto, lógico, fue el que le llevó a hacerse con el cuerpo de Oscar, mi secretario, pero , no contando con mi astucia, sufrió una convulsión, supuse que entre la sorpresa y la ira, cuando le di el resto del día libre con la firme intención de hacerme cargo yo mismo de la correspondencia.

No hay comentarios: